BOGOTÁ, 7 marzo 2003 (ZENIT.org).- El Miércoles de Ceniza –5 de marzo pasado--, la explosión de una bomba en un popular centro comercial de la ciudad de Cúcuta –430 kilómetros al nordeste de Bogotá— causó la muerte a siete personas y heridas a más de medio centenar.

Publicamos a continuación el texto íntegro del comunicado del cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá y presidente del la Conferencia Episcopal colombiana, a raíz de este atentado.


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COMUNICADO DEL PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA
ANTE EL ATENTADO TERRORISTA EN LA CIUDAD DE CUCUTA


Hoy, cuando la comunidad católica está siendo particularmente invitada a entrar en la Cuaresma con propósitos de conversión y de abandono del pecado, hemos sido sorprendidos con la noticia de un acto terrorista en el Centro Comercial La Alejandría, en la ciudad de Cúcuta, que deja seis víctimas humanas y más de 50 heridos.

Este hecho, unido a los atentados de Neiva y del Club el Nogal en Bogotá, rebasa el límite de la maldad y obliga a un rechazo decidido y frontal de la ciudadanía que no resiste ya más pérdida de vidas inocentes y destrucción de los bienes de la comunidad.

La Iglesia en Colombia siente y hace suyo el sufrimiento de las víctimas de estos atentados, planeados y ejecutados por quienes han caído en los más profundos abismos de la degradación moral.

Nos solidarizamos con las familias de las víctimas y les hacemos llegar nuestra sentida expresión de cercanía en la oración al Señor de la Vida.

Una vez más alzamos nuestra voz para rechazar enfáticamente estos actos de barbarie y para llamar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a unirse contra la violencia y el terrorismo.

Desde la fe y la caridad cristiana, hacemos un apremiante llamado a los autores intelectuales y materiales de estos atentados y con el apóstol San Pablo «les suplicamos que en nombre de Cristo, se dejen reconciliar con Dios».

Aspiramos a ser escuchados por quienes practican la violencia y el terrorismo, y en nombre del pueblo colombiano, les pedimos el respeto a la vida y a la libertad de todos los ciudadanos. La paz solamente se construye con la verdad, la justicia, la reconciliación y el perdón.

Bogotá, D.C., 5 de marzo de 2003

+ Pedro Card. Rubiano Sáenz
Arzobispo de Bogotá
Presidente de la Conferencia Episcopal