BUENOS AIRES, 27 marzo 2003 (ZENIT.org–Aica).- Según el obispo emérito de Viedma, monseñor Miguel Esteban Hesayne, «Argentina agoniza en los 21 millones de argentinos por debajo del nivel de pobreza», una realidad que clama a la conciencia de los católicos del país.
Si bien la dramática situación argentina tiene «muchos responsables», los bautizados «no podemos eludir la responsabilidad que nos toca de modo directo», consideró, al tiempo que dijo que «el hambre se interpela fuertemente en la Eucaristía porque, según nuestra fe católica, Jesucristo nos dejó la Eucaristía como Pan para la Vida del mundo».
Todos los que participamos de la celebración eucarística, explicó el obispo en su homilía del 23 de marzo, «frente a la situación dramática social argentina, tenemos que examinar si la celebramos como Jesús nos mandó celebrarla, no sólo en los ritos sino el para qué nos dejó la consagración del pan en su Cuerpo y del vino en su Sangre».
Monseñor Hesayne finaliza proponiendo para esta Cuaresma «a disponernos a celebrar y participar de la Misa como Dios manda: con el compromiso social de todos sus participantes».
«¿Dónde está el fruto de esas Eucaristías?», se pregunta el prelado, para quien «están floreciendo comunidades cristianas renovadas que son la esperanza de una Iglesia convertida al evangelio y esperanza de ir convirtiendo a la Iglesia entera en servidora de la nación argentina».
