KINSHASA, 31 marzo 2003 (ZENIT.org).- Los obispos de la República Democrática del Congo han denunciado la posibilidad de que Uganda y Rwanda se enzarcen en un nuevo enfrentamiento en territorio congoleño y han exigido el derecho del país a la paz haciendo un llamamiento a la comunidad internacional.
La secretaría general de la Conferencia Episcopal del Congo advirtió –en una carta enviada a la agencia misionera Misna el 24 de marzo— de la presencia de numerosas tropas ruandesas en el este del país y condenó con firmeza «el golpe de fuerza que intenta sabotear los esfuerzos de paz que se han realizado hasta ahora».
«Con fe en los valores de la paz y del dialogo, desaprobamos este gesto de extrema gravedad y denunciamos a los congoleños que favorecen esta continua violación de la soberanía de nuestro país», se lee en la nota.
«Exigimos la retirada inmediata de las tropas ruandesas y burundesas posicionadas en los alrededores de Lubutu y las situadas en los territorios de Lubero y Ruzizi», dicen los prelados.
«De la misma forma –continúan–, exigimos la retirada inmediata de las tropas ugandesas y el final de alianzas efímeras que sólo podrían perpetuar la crisis y aumentar la miseria de la población congoleña».
En las últimas dos semanas, numerosos batallones ruandeses, acompañados de algunas secciones procedentes de Burundi, han atravesado las fronteras y han tomado posiciones en la zona oriental del ex Zaire. Monseñor Melchisedec Paluku Sikuli, obispo de Butembo-Beni (al este del país), ha confirmado este extremo.
Los soldados enviados al Congo desde Kigali y Bujumbura podrían haberse dirigido hacia Ituri (la martirizada región del noreste del país) y probablemente hacia Bunia, ciudad bajo el control del ejército ugandés desde que a principios de este mes fue arrebatada a Thomas Lubanga y a sus hombres, los milicianos de la Unión de los patriotas congoleños (Upc).
Lubanga, antiguo aliado precisamente de los ugandeses, recientemente optó por un acercamiento con Rwanda. Desde entonces, la tensión entre las dos naciones más implicadas en el conflicto congoleño se está incrementando.
«Mientras la comunidad internacional está centrada en la guerra en Irak, sentimos la necesidad de recordar con fuerza que el pueblo congoleño tiene derecho a la paz», subrayan los obispos.
«Hallamos inadmisible que la República Democrática del Congo sirva como campo de batalla para el ajuste de cuentas de ejércitos extranjeros», concluyen.
En la República Democrática del Congo se consuma una tragedia que desde 1998 puede haberse cobrado la vida de más de tres millones de personas. Se trata de una zona donde las potencias de la región de los Grandes Lagos se disputan el control de los inmensos recursos naturales del territorio.