MADRID, 6 mayo 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- Miles de personas han participado en la organización, durante varios meses, de la visita que Juan Pablo II realizó el pasado fin de semana a España. Por eso, según Víctor Cortizo, delegado de Juventud de la Conferencia Episcopal Española (CEE), «el éxito de la visita no ha sido casual».
«La respuesta de los jóvenes en Cuatro Vientos ha roto absolutamente todas las expectativas. Esto nos tiene que hacer reflexionar a todos, especialmente a los que cuestionan la presencia de la Iglesia entre los jóvenes. Creo que nunca antes se ha dado en España una concentración mayor de jóvenes. Ni siquiera en Santiago de Compostela, en la Jornada Mundial de la Juventud, acudieron más, y eso que era un evento internacional», afirma Cortizo.
«Si esa respuesta está ahí, como hemos visto, significa que no es un fenómeno momentáneo. El éxito de la visita no ha sido casual. Hay un trabajo callado y muy efectivo de muchísima gente que trabaja con los jóvenes católicos, porque esto no se improvisa», añade.
Para el delegado de Juventud, sin embargo, la visita del Papa no puede dejar con los brazos cruzados a los creyentes.
«Para todos los católicos es un toque de atención personal –afirma–: tenemos que seguir impulsando la pastoral juvenil e invitar a los jóvenes a un mayor compromiso. Además, se ha visto un claro mensaje de comunión. Era sorprendente ver a todos los jóvenes a una. En Cuatro Vientos había una gran unidad, no había la más mínima fisura entre los distintos grupo de jóvenes, junto con un gran deseo de profundidad y de oración».
Cortizo se muestra convencido de que «los frutos los vamos a ver a partir de ahora. Cuatro Vientos ha pasado de ser un hito en la historia de la aviación española a convertirse en un hito en la pastoral juvenil. Y para todos va a implicar una mayor respuesta y un compromiso más sólido».
Por otro lado, el obispo de Segorbe-Castellón, monseñor Juan Antonio Reig, ha asegurado que esta visita de Juan Pablo II «ha sido una lluvia bendita para España que lleva demasiado tiempo reseca, agostada y sin agua. Ha sido una bendición para todos los católicos que ha despertado lo más íntimo de este pueblo y nos ha convocado a inyectar en Europa la riqueza de la vida en el espíritu».
