CORRIENTES (ARGENTINA), 20 mayo 2003 (ZENIT.org-Aica).- El arzobispo de Corrientes, monseñor Domingo Castagna, recordó que «las reglas del juego democrático exigen a toda la población la aceptación del resultado de este singular comicio», y expresó su deseo de que en el futuro «lo que hasta el momento diferenció a las personas y a sus opciones políticas, logre una síntesis respetuosa de la contribución de todos para todos».

«Para ello será preciso --puntualizó-- que cada uno haga lo que debe y que todos, desde el oficialismo y la oposición plasmen el bienestar del pueblo y la grandeza de la patria. Está prevista su posibilidad. Hasta el momento fue difícil su práctica, incluso descalificada su validez. Se requerirá una verdadera madurez moral, porque hemos experimentado los graves inconvenientes ocasionados por la mezquindad y la avaricia sectaria de muchos».

Consideró luego que «es el momento de un cambio profundo, generoso y humilde» e instó a los cristianos a manifestar que «la gracia de Cristo otorga la nueva vida que el pueblo necesita».

«El empeño que pongamos en la fidelidad, verdadero nombre de la fe --subrayó--, hará posible el flujo vital de la gracia del Salvador en auxilio de nuestras voluntades debilitadas para el ejercicio de las virtudes cristianas y cívicas».

Por último, aseguró que «cuando se producen algunos deterioros morales, en el seno de una sociedad llamada cristiana, será preciso investigar si Cristo fue suficientemente predicado por la Iglesia. Rasgarse las vestiduras no resuelve el problema del mal instalado como corrosivo destructor de lo poco que queda. Se impone reactivar la presentación en sociedad de Cristo, la Vid que da vida a un pueblo que se declara suyo».