«Cada vez me doy más cuenta de que se cerca el momento en el que tendré que presentarme ante Dios con toda mi vida, desde mi juventud en Wadowice, después en Cracovia y por último en Roma»,dijo el pontífice improvisando.
«Confío en la misericordia divina y en la protección de la Virgen Santa», añadió en polaco en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Los peregrinos polacos habían venido a Roma para participar este domingo en la canonización de dos compatriotas, el obispo José Sebastián Pelczar (1842-1924), fundador de la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, y Ursula Ledóchowska (1865-1939), fundadora de las Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.
Tras la ceremonia de canonización el Papa dijo públicamente: «agradecido por el don de la vida, vuelvo a entregar hoy a la Virgen mi existencia y el ministerio que la Providencia me ha llamado a realizar».
Entre los presentes en la audiencia de este lunes se encontraba el presidente polaco Alexander Kwasniewski, quien fue recibido por el Papa en una audiencia en la que conversaron sobre Europa y la situación en los países del Este.
Kwasniewski dijo después del encuentro que encontró «muy bien» al Papa y conversaron sobre sus próximos viajes a Croacia y Mongolia, poniéndose al servicio del Papa para facilitar una escala en Kazan, territorio ruso, rechazada por el patriarcado de Moscú.
La delegación polaca invitó varias veces al Papa a volver a realizar una visita apostólica a Polonia.
Antes de su encuentro con el Santo Padre, Kwasniewski dijo que «sin el Papa no habría sido posible la libertad en Polonia».