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Vivamos el domingo en familia


1. Con ocasión de la introducción experimental de una jornada laboral al mes para el comercio en Santiago Centro en día Domingo, los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile abordamos nuevamente el problema más grave que ha surgido, desde hace bastante tiempo, a raíz de la práctica de abrir ampliamente las puertas del comercio todos los domingos del año. Esta costumbre, que se está adoptando en nuestra sociedad, debe ser analizada desde una perspectiva antropológica, religiosa y familiar.

2. Como pastores, los Obispos constatamos el daño profundo que sufre una familia a causa del desempleo. Por eso, alentamos de corazón todas las iniciativas que promuevan un empleo digno para todos los chilenos que buscan trabajo. Sin embargo, consideramos que es urgente para el país que se legisle para defender el domingo como día de descanso, permitiendo aquellas tareas cuyo funcionamiento es necesario, mediante turnos indispensables, para el bien de la sociedad.

3. Esta convicción se funda, en primer lugar, en la misma naturaleza humana. Lo recordaba recientemente Juan Pablo II en su Carta Apostólica “Dies Domini” (El Día del Señor), destacando que el ser humano necesita descansar. Numerosas naciones desarrolladas así lo han comprendido, y en ellas sólo algunos centros comerciales abren sus puertas los domingos. Lo hacen en sistemas de turno y por pocas horas.

4. Nuestro país, sin embargo, encabeza la lista de aquellos con más horas de trabajo semanal. Vemos con preocupación cómo muchos hombres y mujeres se ven obligados a largas jornadas, que se prolongan por los trayectos hasta los lugares de trabajo. No faltan los que prolongan su trabajo en el hogar. Sus hijos duermen cuando los padres salen a trabajar, y a veces ya se han acostado cuando regresan cansados por la noche. Urge acortar las horas semanales de trabajo.

5. ¡Cuánto mayor es el daño, si los que trabajan toda la semana tienen que volver al trabajo el día domingo, repitiendo la rutina de los días laborales! Tampoco la compensación con un día libre durante la semana parece resolver bien esta grave dificultad, pues es probable que en ese día, en la mayoría de los casos, el resto de la familia se encuentre laborando o estudiando. No hay horas extraordinarias ni compensación económica que pueda suplir la falta del padre y de la madre en los momentos de vida familiar.

6. Si hubiera que hacer excepciones en el funcionamiento del comercio, desde el punto de vista del bien de las familias, más vale pensar en otra solución, como la de ofrecer esta posibilidad laboral a personas necesitadas de trabajo, distintas del personal estable.

7. Si bien los obispos valoramos los avances que la legislación laboral chilena ha logrado en esta materia, creemos que, como sociedad, no se debería permitir que la actividad recreativa o comercial de numerosas familias se deba sustentar en el trabajo extraordinario obligado de otras. Y esto particularmente porque los hogares de nuestra patria no resisten la ausencia prolongada de los padres de familia, especialmente de la madre, en los días de fiesta.

8. Como pastores, recordamos a todos los católicos lo que tan claramente ha expresado Juan Pablo II en la Carta citada: el Domingo es el día del Señor; es un día diferente, y los cristianos lo consagramos a Dios con la Eucaristía, el descanso y la oración.

9. Los obispos del Comité Permanente pedimos al Señor que ilumine a los legisladores, autoridades y empresarios en esta materia tan importante para la familia y las personas, y para que no queden estas importantes decisiones al único juicio del dinero.

+Manuel Camilo Vial Risopatrón
Obispo de Temuco
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile