Un comunicado publicado por la Sala de Prensa de la Santa Sede este miércoles revela que con esta visita, técnicamente complicada –visitará Bagdad y Mosul– el arzobispo alemán tiene el encargo de «verificar personalmente las necesidades y las condiciones que permitirán a la Iglesia católica operar en esos territorios flagelados por la guerra».
«En particular –monseñor Cordes, añade el texto–, tendrá que llevar adelante con los obispos y las organizaciones no gubernamentales católicas un plan de ayuda racional y coordinado para responder a las emergencias sanitarias y alimentarias, así como para la reconstrucción».
Según el Consejo Pontificio «Cor Unum», organismo que alienta y coordina la acción de las instituciones católicas de todo el mundo, «la Iglesia, con su presencia capilar, está dispuesta a comprometerse –al igual que en otras situaciones semejantes– ya sea en la justa distribución de las ayudas humanitarias, ya sea para favorecer la reconstrucción social y política».
En su visita, monseñor Cordes, que estará acompañado por expertos en ayuda humanitaria, se encontrará con el nuncio apostólico en Irak –el arzobispo Fernando Filoni–, los obispos, las organizaciones católicas presentes y las autoridades».
El próximo domingo el representante papal celebrará la eucaristía en la catedral de Bagdad. Al día siguiente, emprenderá su visita a Mosul.
«En el momento favorable de la caída del embargo, que abre nuevas posibilidades de relación con la comunidad iraquí –concluye el comunicado vaticano–, el viaje del enviado del Papa se enmarca en un período particularmente delicado para el futuro de la convivencia pacífica en la región».