Arzobispo de Calcuta: La herencia de la Madre Teresa, su espíritu eucarístico

CALCUTA, 30 mayo 2003 (ZENIT.org-Fides).- En medio de los preparativos de la beatificación de la fundadora de las Misioneras de la Caridad, la archidiócesis de Calcuta es consciente de la mayor herencia que dejó la Madre Teresa: el espíritu de Eucaristía.

«Para revivir el espíritu de Madre Teresa debemos entender la Eucaristía», explica el arzobispo de Calcuta, monseñor Lucas Sirkar, recordando la espiritualidad plenamente eucarística de la futura beata.

«La Eucaristía enseñaba a la Madre Teresa y nos enseña hoy a todos cómo sacrificarnos por el otro, como ser hijos de Dios», continúa.

«La Madre Teresa servía a los pobres gracias a la Eucaristía y su valor para hablar a todos, hindúes, musulmanes, ateos, derivaba de la Eucaristía --constata--. ¡Ésta es la mayor herencia que tenemos de la Madre Teresa!»

Sabiendo que la religiosa es patrimonio de toda la Iglesia y de todo el mundo, la diócesis de Calcuta organiza la beatificación de la fundadora de las Misioneras de la Caridad, que se celebrará en Roma el próximo 19 de octubre.

«Hoy, la Madre Teresa se ha “globalizado”», reconoció el prelado. «Esta es la obra de Dios que salva el mundo. Pero nos toca a nosotros reconocer estas obras que el Señor realiza en la historia»

«Todo el comité organizativo está trabajando. Tras la celebración de Roma, el 8 de noviembre tendrá lugar la Santa Misa de Acción de Gracias en Calcuta para todos los fieles cristianos. Al día siguiente habrá una celebración en presencia de las autoridades civiles y de todo el pueblo indio», apunta monseñor Lucas Sirkar.

Del 2% de cristianos que hay en toda la India --cuya población ronda los 1.000 millones de habitantes--, 150.000 fieles forman la comunidad católica de Calcuta, una archidiócesis «bien organizada, con 35 parroquias que llevan a cabo diferentes actividades pastorales y sociales».

Los sacerdotes que atienden la zona son sólo 72, aunque según monseñor Sirkar, el año pasado recibieron a 22 seminaristas menores. «Y trabajamos mucho con la ayuda de los catequistas, que son los brazos con los que la Iglesia trabaja y llega al corazón de los jóvenes y de la gente en general».