El cardenal Sodano propone un examen sobre la aplicación de la reforma litúrgica

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40 años después de la constitución conciliar «Sacrosanctum Concilium»

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CIUDAD DEL VATICANO, 29 agosto 2003 (ZENIT.org).- Cuatro décadas después de la reforma litúrgica realizada por el Concilio Vaticano II, es justo hacer un examen sobre la manera en que ha sido aplicada para poder relanzarla, considera el brazo derecho de Juan Pablo II en la guía de la Santa Sede.

El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, hace la propuesta en una carta dirigida a los participantes en la Semana Litúrgica Nacional italiana, que se ha celebrado del 25 al 29 de agosto en la localidad de Acireale.

En la misiva, con la que el Papa envía su saludo a los presentes en el encuentro, el purpurado italiano reflexiona sobre la constitución «Sacrosanctum Concilium», el documento publicado el 4 de diciembre de 1963, tras haber recibido la aprobación unánime de los padres conciliares.

«Cuarenta años después», afirma, «es justo preguntarse qué ha representado la misma reforma litúrgica para la renovación de las comunidades cristianas, en qué condiciones la liturgia, reformada según las indicaciones del Concilio, es capaz de mediar entre la fe y la vida, de manera que forme creyentes capaces de ofrecer un testimonio evangélico coherente».

Al mismo tiempo, añade, «es útil preguntarse con claridad y sinceridad si la reforma ha experimentado algún punto débil y dónde, y, sobre todo, cómo puede ser relanzada para el bien del pueblo cristiano».

Según el cardenal, el desafío que hoy tiene la Iglesia por delante es el de «traducir la reforma en la vida del creyente, llamado a integrarse en la comunión que el Hijo quiere establecer con cada uno, comunión que celebramos constantemente en la liturgia».

El cardenal presenta estos «interrogantes» a los participantes en la Semana Litúrgica y les pide que profundicen en su respuestas. Al mismo tiempo, en la carta ofrece algunas pistas de respuesta.

«Si bien se puede afirmar justamente que la reforma conciliar ha sido realizada, la pastoral litúrgica representa un compromiso permanente que permite sacar de la riqueza de la liturgia la fuerza vital que se difunde desde Cristo hasta los miembros del cuerpo, que es la Iglesia», afirma.

En este sentido, reconoce el cardenal, «quizá algunos principios de la Constitución tienen que ser comprendidos mejor y aplicados más fielmente».

En particular, considera que «es útil analizar algunos temas específicos, como por ejemplo la relación entre creatividad y fidelidad, entre culto espiritual y vida, entre catequesis y celebración del Misterio, entre presidencia litúrgica y papel de la asamblea, entre formación en los seminarios y formación permanente de los sacerdotes».

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ZENIT Staff

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