LONDRES, 3 noviembre 2003 (ZENIT.org).- El primado de la Iglesia anglicana reconoció este lunes que la ordenación de un obispo abiertamente homosexual en Estados Unidos tendrá «consecuencias sumamente serias para la cohesión de la Comunión Anglicana».

Así lo afirma arzobispo de Canterbury, el doctor Rowan Williams, en un comunicado publicado después de que este domingo fuera consagrado como obispo coadjutor de New Hampshire en el seno de la Iglesia Episcopal (rama anglicana en Estados Unidos) Gene Robinson, de 56 años.

La ordenación de Robinson, padre dos hijos, divorciado que convive con su compañero desde hace 13 años, tuvo lugar en una ceremonia en la que participaron varios miles de personas en el estadio de hockey sobre hielo de la Universidad de New Hampshire.

El primado de la Comunión Anglicana, en su comunicado oficial distribuido por Lambeth Palace, recuerda que «en la reunión del mes pasado de líderes anglicanos se reconoció plenamente que la consagración de Gene Robinson como obispo en New Hampshire tendría consecuencias sumamente serias para la cohesión de la Comunión Anglicana».

«Aquella reunión pidió el establecimiento de una Comisión que debería examinar estas consecuencias en profundidad. Esta semana se anunciaron los miembros de ese grupo y espero mantenerme en contacto cercano con él según avanza su trabajo», añade el comunicado.

Antes de que tuviera lugar aquella reunión, el doctor Williams había visitado a Juan Pablo II el 4 de octubre y tanto el pontífice como los representantes de la Santa Sede consideraron la posibilidad de la ordenación episcopal del obispo como una nueva «dificultad» para la unidad entre anglicanos y católicos.

«Las divisiones que siguen creciendo son un motivo de profundo pesar --reconoce el primado anglicano--; serán demasiado visibles por el hecho de que no será posible que el ministerio como obispo de Gene Robinson sea aceptado en cada una de las provincias de la Comunión».

Los efectos de esta ordenación «para el ministerio y para el testimonio de la gran mayoría de los anglicanos, en particular los que no son del mundo occidental, tienen que ser afrontados con honestidad», afirma el arzobispo anglicano.

«La autonomía de las provincias anglicanas es un principio importante --asegura--. Pero precisamente por ello nosotros dependemos más de las relaciones que de las reglas. La consultación y la interdependencia son esenciales para nuestra salud».

«El encuentro de los primados del mes pasado expresó su deseo de continuar siendo "una comunión en la que lo que compartimos es mucho más grande que lo que nos divide". Ahora necesitamos trabajar muy duro para dar nuevo contenido a esta afirmación, y rezar para pedir sabiduría, paciencia y valentía para seguir avanzando», concluye.