CIUDAD DEL VATICANO, 4 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha presentado a Vladimir Soloviev, uno de los filósofos rusos más grandes del siglo XIX, como pionero y ejemplo del diálogo entre los cristianos de Oriente y de Occidente.
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El Papa presenta su petición en un mensaje dirigido al cardenal Lubomyr Husar, arzobispo mayor de Lvov de los Ucranianos, para que lo leyera en el congreso celebrado en esa ciudad sobre el tema: «Vladimir Soloviev, Rusia y la Iglesia universal».
El encuentro, organizado en el 150 aniversario del nacimiento de ese pensador ha reunido a intelectuales cristianos de diferentes confesiones, tanto de Oriente como de Occidente.
El Papa espera que el encuentro, sirva para «poner de manifiesto» lo que considera «el deber de las comunidades cristianas de Oriente y Occidente: ponerse a la escucha de la voluntad de Cristo por lo que se refiere a la unidad de sus discípulos».
En el texto, publicado por la edición italiana diaria de «L’Osservatore Romano» del 3-4 de noviembre, el obispo de Roma espera que la profundización en la figura de Soloviev favorezca «un mejor entendimiento entre Oriente y Occidente y, de manera particular, el camino de todos los cristianos hacia la unidad plena en el único rebaño de Cristo».
Vladimir Soloviev (1853-1900) tras formarse en su infancia en la espiritualidad ortodoxa, entró después en diálogo con la filosofía occidental. «Decepcionado por las respuestas incompletas que la reflexión humana ofrecía a las angustias que atormentaban su corazón –recuerda el Papa–, en 1872 regreso a la fe cristiana de su infancia».
Dedicó el final de su vida a la causa de la unidad de la Iglesia, lo que le provocó incomprensiones.
Soloviev, recuerda el Santo Padre, experimentó «el ardiente deseo de que las Iglesias entraran en una perspectiva de encuentro y de comunión, en la que cada una aporta los tesoros de su tradición, y en la que se sienten mutuamente responsables de la fe y de la disciplina eclesial».
«Para alcanzar este objetivo tan querido por el gran pensador ruso –asegura el Papa a los participantes en el encuentro–, la Iglesia católica se ha comprometido de manera irreversible a todos los niveles».