A esta pregunta respondió el martes el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, al inaugurar el año académico del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» (http://www.ateneo.org).
Citando a Juan Pablo II (encíclica «Dives in misericordia», n. 13), el purpurado italiano respondió: «La experiencia histórica y la de nuestro tiempo demuestran que la justicia por sí sola no es suficiente».
«Es más –añadió el brazo derecho de Juan Pablo II en la guía de la Santa Sede–, puede llevar a la negación y a la aniquilación de sí misma, si no se le permite a esa fuerza más profunda, el amor, plasmar la vida humana en sus diferentes dimensiones».
«El amor es la forma de la relación de Dios con el hombre y viceversa. Por tanto, se trata de la forma más elevada y más noble de relación, capaz de realizar plenamente al hombre», aseguró.
«El amor que se revela de este modo ilumina todos los sectores de la vida humana, comenzando por las relaciones con nuestros semejantes», subrayó.
«Si faltara de manera evidente y durante mucho tiempo, las consecuencias serían seriamente negativas para el hombre», advirtió.
«La civilización del amor se convierte, por tanto, en el gran compromiso de la Iglesia para el tercer milenio», concluyó.