La Santa Sede propone a los musulmanes los fundamentos para construir la paz

En un mensaje del presidente de Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso

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CIUDAD DEL VATICANO, 17 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Los valores de la verdad, la justicia, el amor y la libertad deben estar presentes para que existan «buenas y armoniosas relaciones entre pueblos y naciones», esto es, para que haya paz, recuerda el arzobispo Michael Louis Fitzgerald a los musulmanes.

En un mensaje enviado por la finalización del mes de Ramadán, el presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso reflexiona sobre la necesidad de construir la paz partiendo de esos cuatro valores que propuso cuarenta años atrás Juan XXIII en su encíclica «Pacem in Terris».

La verdad «incluye reconocer que los seres humanos no son dueños de sí mismos, sino que están llamados a cumplir la voluntad de Dios, Creador de todos, el cual es la Verdad Absoluta», recuerda el prelado en su mensaje «Construir hoy la paz», difundido este lunes por la Sala de Prensa de la Santa Sede.

«En las relaciones humanas la verdad implica sinceridad, esencial para la confianza recíproca y un diálogo fructífero que lleve a la paz», además de que «lleva a cada uno a reconocer los propios derechos, pero también los propios deberes hacia los demás», constata.

Como añade el prelado, «la paz no puede existir sin la justicia, el respeto por la dignidad y los derechos de toda persona», y la justicia reclama «ser moderada por el amor».

Ello implica a su vez «reconocer que pertenecemos todos a una única familia humana y ver así a nuestros semejantes como nuestros hermanos y hermanas». El amor, además, «sabe comprender la debilidad y hace capaces de perdonar», advierte monseñor Fitzgerald.

«El perdón es esencial para reconstruir la paz tras un conflicto –apunta–, porque abre la posibilidad de recomenzar, sobre nuevas bases, una relación restaurada».

«Todo esto presupone la libertad –reconoce–, una característica esencial de la persona» que permite «actuar según la razón y asumir la responsabilidad de las propias acciones».

«De hecho, cada uno de nosotros es responsable ante Dios de la propia contribución hacia la sociedad», recuerda.

La oración es el «quinto pilar» que monseñor Fitzgerald añade a las bases de la construcción de la paz. Y es que, «conscientes de nuestra debilidad» para «permanecer fieles a estos ideales», «tenemos necesidad de la ayuda de Dios», observa.

Según cita el prelado, así lo indicó Juan Pablo II en la Jornada Mundial de Oración por la Paz en Asís, el 24 de enero del 2002: «Edificar la paz en el orden, en la justicia y en la libertad requiere el empeño prioritario de la oración, que es apertura, escucha, diálogo y finalmente unión con Dios, fuente originaria de la paz verdadera».

«El mes de Ramadán no es sólo un tiempo de ayuno, sino también un período de intensa oración –constata monseñor Fitzgerald–. Deseo aseguraros, queridos amigos musulmanes, que estamos cerca de vosotros en la oración a Dios Omnipotente y Misericordioso».

«Que Él os bendiga a cada uno de vosotros», desea el prelado británico al concluir, «y que esta bendición sea fuente de consuelo en especial para los que han sufrido o aún padecen a causa de conflictos armados. Que el Dios de bondad nos dé a todos la fuerza para ser verdaderos constructores de paz».

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ZENIT Staff

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