CIUDAD DEL VATICANO, 21 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Al llevar alivio al necesitado no hay que descuidar «la íntima aspiración que late en toda criatura humana de encontrar y conocer a Dios», advirtió Juan Pablo II este viernes al recibir a los participantes en la XXV Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio «Cor Unum».

Presidido por el arzobispo Paul Josef Cordes, el organismo vaticano --«brazo operativo» de la caridad del Papa-- celebra su asamblea hasta el 22 de noviembre en el Vaticano bajo el lema «La dimensión de la religión en la actividad caritativa».

«La Iglesia está al servicio del hombre y de sus variadas y concretas necesidades materiales y espirituales», explicó el Santo Padre a los presentes.

Sin embargo, la Iglesia «no se limita a satisfacer las expectativas materiales de quien está en dificultad», recordó, sino que «sale al encuentro de las cuestiones existenciales más escondidas, incluso no claramente expresadas».

Por ello, la Iglesia «no agota su acción caritativa en construir estructuras y obras filantrópicas», sino que «con sencillez y prudencia pastoral no duda en testimoniar a Cristo, que revela el rostro de Dios Padre, tierno y misericordioso».

Y es que «todos, de hecho, estamos a la búsqueda de respuestas satisfactorias a los grandes interrogantes de la existencia –reconoció el Papa--. Nosotros, los cristianos, sabemos que sólo en Jesús se encuentra la verdadera y satisfactoria respuesta a muchas inquietudes del corazón humano».

De aquí «el significado y el valor evangélico de la diaconía de la caridad, que la Iglesia ejerce a través de sus instituciones benéficas y que testimonia con la dedicación de tantas personas».

«Comunicar al mundo el amor» que la Iglesia ha recibido de Cristo, para ser «apoyo para muchos hermanos y hermanas en dificultad»: es la tarea que el Santo Padre confía al dicasterio tras las huellas de la beata Teresa de Calcuta, «ejemplo luminoso de este servicio al amor hacia Dios y hacia el prójimo».

El Consejo Pontificio «Cor Unum» para la promoción humana y cristiana fue creado por el Papa Pablo VI con la Carta autógrafa «Amoris officio» del 15 de julio de 1971.

Es misión del dicasterio expresar «la solicitud de la Iglesia católica hacia los necesitados para que se favorezca la fraternidad humana y se manifieste la caridad de Cristo».

Es el instrumento ejecutivo del Santo Padre cuando él emprende especiales iniciativas humanitarias en caso de calamidad o en el campo de la promoción humana integral.

Promueve además la catequesis de la caridad y favorece las iniciativas de las instituciones católicas mediante el intercambio de informaciones con el fin de favorecer el desarrollo integral.

El Santo Padre creó en el año 1984 la Fundación «Juan Pablo II para el Sahel» para la lucha contra la sequía y la desertización y, en 1992, la Fundación «Populorum Progressio» al servicio de la población indígena, mestiza o afroamericana y de los campesinos pobres de América Latina y del Caribe, confiándolas al Consejo Pontificio «Cor Unum».