CIUDAD DEL VATICANO, 26 de noviembre de 2003 (ZENIT.org).- Dios se manifiesta en la lucha entre el bien y el mal que forma parte de la historia humana, constató Juan Pablo II en la audiencia general de este miércoles.
El pontífice dedicó su encuentro semanal con los peregrinos, celebrado en la Sala de las Audiencias del Vaticano, a comentar el Salmo 109, «objeto de numerosas y espléndidas composiciones musicales que han salpicado la historia de la cultura occidental», según constató.
La composición bíblica comienza con unas palabras puestas en labios de Dios en las que dice: «siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».
A continuación, como telón de fondo del Salmo, siguió explicando el Santo Padre, «se perciben fuerzas hostiles».
Es una referencia, subrayó, «a un enfrentamiento de carácter general entre el proyecto de Dios, que actúa a través de su elegido, y los designios de quienes quisieran afirmar un poder hostil y prevaricador».
«Se da el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, que tiene lugar en las vicisitudes históricas, a través de las cuales Dios se manifiesta y nos habla», aclaró.
En este dramático enfrentamiento, el Salmo, constató, concluye recordando el juramento de fidelidad de Dios, que se hace concreto con la presencia del «sacerdote eterno», que como después explicará el Nuevo Testamento, constituye ya una referencia al «perfecto y particular sacerdocio de Jesucristo».
El pontífice citó por último escritos de san Máximo de Turín (quien vivió entre los siglos IV y V), en los que presenta a Cristo como vencedor de todo mal y mediador verdaderamente único para toda la humanidad por su pasión, muerte y resurrección.
La catequesis de este miércoles continuó con la serie de meditaciones sobre la Liturgia de las Vísperas, la oración que millones de consagrados y laicos rezan al anochecer, comenzada el mes pasado (Cf. En la web de Zenit, «Audiencia del miércoles»).
