CIUDAD DEL VATICANO, 28 de noviembre de 2003 (ZENIT.org).- Situada en la frontera «entre el mundo latino y el mundo eslavo», Moldavia está llamada a hacer «del diálogo un instrumento operativo esencial de la propia acción», afirmó este viernes Juan Pablo II ante el presidente de la ex república soviética, Vladimir Voronin.
Se trata del «primer encuentro entre la suprema autoridad de la República de Moldavia y el sucesor de Pedro» desde que el país «apareció en la escena internacional como nación soberana e independiente», constató el Santo Padre.
Puesto que el país «ha alcanzado hace poco la libertad», el Papa alentó al presidente Voronin y a sus compatriotas a proseguir «con confianza» su edificación conscientes de las «dificultades que son propias sobre todo de los comienzos».
«Moldavia, situada como está en la frontera entre el mundo latino y el mundo eslavo, no puede no hacer del diálogo un instrumento operativo esencial de la propia acción, a fin de hacer surgir las posibilidades concretas de paz, de justicia y de bienestar», sugirió Juan Pablo II en el discurso, que leyó personalmente en italiano con voz clara.
«Aun pequeña en número», la comunidad católica «está activamente empeñada» en este proceso, «situándose como interlocutor vivo y generoso en la sociedad», manifestó el Papa.
Satisfecho de poder afirmar que la Iglesia en Moldavia –«a la que el Estado reconoce personalidad jurídica»– «puede llevar a cabo libremente su misión evangelizadora y caritativa», el Santo Padre manifestó finalmente su deseo de que este diálogo continúe «de manera fructífera, en beneficio de toda la sociedad moldava» y en el respeto «de la democracia y de la igualdad de todas las confesiones religiosas».
Moldavia, independiente desde la disolución de la URSS en 1991, tiene una extensión territorial de 34.000 kilómetros cuadrados y una población de unos 4 millones y medio de habitantes, la mayoría ortodoxos. Los católicos son aproximadamente 20.000. Vladimir Voronin ocupa la presidencia de la República desde abril del 2001.