Los padres Ronildo França (brasileño), César Avellaneda (colombiano) y el hermano Juan Carlos Martínez (español) fueron retenidos tres días por terratenientes apoyados por indios, quienes además bloquearon todas las vías de acceso a la ciudad de Boa Vista, en la amazonía brasileña, en protesta contra la creación de la reserva indígena Raposa-Serra do Sol.
El grupo que tenía cautivos a los religiosos en Maloca do Contao, a unos 300 kilómetros de Boa Vista, pidió a las autoridades locales un helicóptero en el que los tres fueron trasladados hasta Boa Vista, según relató un periodista de «Radio Roraima».
Como narró este viernes a «Veritas» el misionero español Juan Carlos Martínez, de 39 años, tras el secuestro «primero nos metieron en un camión hasta otra aldea. Posteriormente nos llevaron en varios coches hasta Canta, a 30 kilómetros de la misión. Un dato: todos los conductores de los coches eran blancos».
El misionero señaló así a los terratenientes, pero «pequeños terratenientes, no grandes, que esos no aparecen nunca», puntualizó.
La razón del secuestro es que «el gobierno va a repartir 1,75 millones de hectáreas a los indios. En la zona viven entre 14.000 y 15.000 indígenas. A ellos les corresponden, por motivos históricos, sociales y antropológicos, esas tierras. De hecho, la Justicia ya ha fallado a su favor».
«El gobierno quiere hacer una demarcación continua del terreno –añadió el religioso–, es decir, que abarque todas las tierras, los caminos, los pueblos, los arrozales, etc. Este plan lo apoya el 80% de los indios. Pero el otro 20% –con el apoyo de los “façendeiros” [hacendados]– quiere que el terreno se divida en “islas” autónomas».
Constantemente vigilados por hombres armados, los religiosos no sufrieron malos tratos físicos, pero sí amenazas: «Decían que nos iban a trasladar de lugar para que no nos encontraran y que si el gobierno aprobaba la demarcación del terreno, nos matarían», afirma el misionero español.
«Al final, básicamente, nos sacó el gobierno por la puerta trasera, negociando con los indios», concluyó.
El padre Marco Campus –otro sacerdote que trabaja en la misión de Surumu– comentó a «Fides» que la liberación podría ser el resultado de una intervención personal del gobernador de Roraima.
Mientras tanto, en la capital de Roraima, Boa Vista, persiste la protesta de los sectores contrarios a la causa indígena y empiezan a escasear el combustible y otros productos. Las vías que comunican el Estado con Manaus, la Guyana y Venezuela permanecen cortadas.