Los dos animales, fueron presentados al pontífice en sendas cestas decoradas con flores para que los bendijera. Su lana será utilizada para la confección de los sagrados palios que serán impuestos por el mismo Papa el próximo 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, a los nuevos arzobispos.

Se trataba de una ceremonia que se celebra todos los años en la fiesta de santa Inés, en privado, en el apartamento del Papa. En esta ocasión, al caer en miércoles, el obispo de Roma pidió que tuviera lugar en la Sala Pablo VI del Vaticano para que en ella pudieran participar los peregrinos presentes en ese encuentro semanal.

Los palios son dos vendas de lana blanca, de una anchura de entre 4 y 6 centímetros, con dos cruces de seda negra cosidas. Simbolizan la oveja perdida y encontrada, llevada a hombros por el Buen Pastor, así como el Cordero crucificado por la salvación de la humanidad.

Como símbolo de especial cercanía a la Sede Apostólica, el palio es colocado por los obispos en torno a las espaldas, recordando la forma del cordero.

Este símbolo, que en un primer momento era exclusivo del Sumo Pontífice, fue entregado después a aquellos obispos que recibían de la Sede Apostólica una jurisdicción especial. Documentos históricos constatan que el Papa Simmaco lo concedió en el año 513 a Cesario, obispo de Arles.

Histórica celebración ecuménica en la Torre de Londres

LONDRES, miércoles, 21 enero 2004 (ZENIT.org).- Con ocasión de la liturgia de apertura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, por primera vez en 34 años un purpurado católico –el arzobispo de Westminster, cardenal Cormac Murphy-O’Connor– accedió el lunes pasado a la capilla real de San Pedro en el interior de la Torre de Londres.