El purpurado y teólogo, tras 20 años de episcopado en esa ciudad, constató que «en la sociedad actual, el amor entre el hombre y la mujer parece alterado y envilecido en demasiados aspectos, asediado por una búsqueda de la libertad y de la gratificación individual tan absoluta y abstracta que acaba convirtiéndose casi en inhumana».

«Hoy --afirmó este domingo el cardenal a quien el Papa ha aceptado la renuncia por razones de edad-- todo parece orientado a la afirmación de los derechos, de las exigencias, de la prepotencia del individuo y a lograr un placer epidérmico en lugar de la comunión de las personas».

Esta actitud, reconoció, explica también los motivos por los que es tan difícil comprender para muchas personas la «maravilla de la fecundidad» en el matrimonio, subrayó.

Participaron en la misa de despedida el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y el presidente de la Cámara de los Diputados de Italia, Pier Ferdinando Casini, ambos ciudadanos de Bolonia.