CIUDAD DEL VATICANO, martes, 13 enero 2004 (ZENIT.org).- El 160º aniversario de la publicación del «Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen» ha dado oportunidad a Juan Pablo II de recordar la doctrina mariana de su autor, San Luis María Grignon de Montfort, a quien debe su lema episcopal –«Totus tuus»– como expresión de su pertenencia total a Jesús por medio de María.
El Papa, en sus años de juventud, obtuvo del Tratado «una gran ayuda»: «encontré la respuesta a mis perplejidades debidas al temor a que el culto a María, si se hace excesivo, acabe por comprometer la supremacía del culto debido a Cristo», reconoce en un mensaje a los religiosos y religiosas de la Familia Monfortiana difundido este martes por la sala de prensa de la Santa Sede.
«Bajo la sabia guía de San Luis María comprendí que, si se vive el misterio de María en Cristo, tal riesgo no subsiste», admite el Papa en esta carta fechada el 8 de diciembre pasado, solemnidad de la Inmaculada Concepción.
San Luis María Grignion de Montfort escribió el «Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen» a principios de 1700, pero el manuscrito fue prácticamente ignorado hasta que, casi por casualidad, en 1842 fue descubierto y publicado un año más tarde.
Esta obra «destinada a convertirse en un clásico de la espiritualidad mariana» –recuerda el Santo Padre– «tuvo un éxito inmediato». De hecho, releída a la luz del Concilio Vaticano II, la doctrina monfortina conserva «su sustancial validez».
«Como es sabido, en mi escudo episcopal (…), el lema “Totus tuus” está inspirado en la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort –explica Juan Pablo II–. Estas dos palabras expresan la pertenencia total a Jesús por medio de María».
«“Totus tuus ego sum, et omnia mea tua sunt”, escribe San Luis María; y traduce: “Soy todo tuyo, y todo lo mío te pertenece, mi amado Jesús, por medio de María, tu santa Madre”», recuerda el Papa admitiendo la gran influencia que la doctrina de este santo ha tenido «en la vida de muchos fieles y en mi propia vida».
Según el pensamiento del santo, de hecho María «nos acompaña en nuestra peregrinación de fe, esperanza y caridad hacia la unión cada vez más intensa con Cristo, único salvador y mediador de la salvación».
Para San Luis María, la verdadera devoción mariana es por lo tanto cristocéntrica y se convierte en un medio privilegiado «para encontrar a Jesucristo perfectamente, para amarlo tiernamente y servirlo fielmente» (Tratado, 62).
En este sentido, María se convierte en el eco fiel de Dios: «Cada vez que tú honras a María, María contigo alaba y honra a Dios», «si tú dices María, ella repite Dios», recoge el Papa en unos fragmentos que propone para «alimentar nuestra confianza en la mediación maternal de la Madre del Señor».
«San Luis María –escribe el Santo Padre– contempla todos los misterios a partir de la Encarnación, que se realiza en el momento de la Anunciación» de forma que en el Tratado «María aparece como “el verdadero paraíso terrestre del Nuevo Adán”, la “tierra virgen e inmaculada” de la que Él ha sido plasmado».
«Ella es también la Nueva Eva, asociada al Nuevo Adán en la obediencia que repara la desobediencia original del hombre y de la mujer. Por medio de esta obediencia, el Hijo de Dios entra en el mundo. La misma Cruz está ya misteriosamente presente en el instante de la Encarnación», continúa.
San Luis María escribe: «Toda nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo (…). Ahora, siendo María la criatura más conforme a Jesucristo, se desprende que, entre todas las devociones, la que consagra y conforma más un alma a Nuestro Señor es la devoción a María, su santa Madre, y que cuanto más un alma se consagre a María, más consagrada estará a Jesucristo».
San Luis María explica además los «efectos maravillosos» de la perfecta devoción mariana que conduce a una fe pura y contemplativa que, renunciando a las cosas sensibles o extraordinarias, penetra en las misteriosas profundidades de Cristo.
La Cruz –concluye el Papa— es el momento culminante de la fe de María: «Mediante esta fe, María está perfectamente unida a Cristo en su expoliación… Es ésta tal vez la más profunda kénosis de la fe en la historia de la humanidad».
La Familia Religiosa Monfortiana
Tres son las congregaciones religiosas católicas fundadas o inspiradas por San Luis María Grignion de Montfort: la Compañía de María, las Hijas de la Sabiduría y los Hermanos de San Gabriel.
Fundada por el santo a principios del siglo XVIII, la Compañía de María –o «Misioneros Monfortianos»– cuenta con aproximadamente 1.100 sacerdotes, hermanos coadjutores y seminaristas religiosos –en una treintena de países– dedicados al establecimiento del reinado de Dios en el mundo bajo el patrocinio de María.
Actualmente más de 2.500 «Hijas de la Sabiduría» prosiguen la aventura espiritual de la búsqueda de la Sabiduría tan deseada por Montfort y trabajan, en los cinco continentes, para revelar el amor de la Sabiduría a una humanidad herida.
Inspirados por la espiritualidad y los ideales de San Luis María de Montfort, y dedicados a la enseñanza, los «Hermanos de San Gabriel» se encuentran en muchas regiones del mundo.
Además, hay varios grupos de personas asociadas con estas tres congregaciones, que llevan colectivamente el nombre de «Asociados monfortianos», entre los que se encuentra la Cofradía conocida a veces como «Hermandad de María Reina de los Corazones», destinada a todos los que siguen la devoción mariana recomendada por San Luis María de Montfort.
Más información en www.montfort.org.