CIUDAD DEL VATICANO, martes, 13 enero 2004 (ZENIT.org).- La colaboración de los laicos a través de los consejos pastorales diocesanos y parroquiales son «una expresión de la comunión eclesial» y un modo de «participar en la responsabilidad de la Iglesia», pero el carisma de gobierno para discernir el camino de la comunidad «es tarea exclusiva del obispo o del párroco en la parroquia», aclaró el lunes el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero.
El sábado pasado, Juan Pablo II recibió a los miembros del dicasterio al término de su asamblea plenaria –cuyos trabajos se han centrado en los organismos consultivos de la Iglesia a 20 años de su nacimiento— y subrayó la necesidad de actualizar estos organismos, pero en el respeto de las distintas vocaciones y sin confundir la estructura de la Iglesia con modelos políticos humanos.
«Los organismos consultivos son una expresión de la comunión eclesial –explicó dos días después el cardenal Castrillón ante los micrófonos de “Radio Vaticana”–. Estamos, por lo tanto, unidos en la llamada que Dios ha hecho a todos, estamos unidos en el Bautismo todos los miembros de la Iglesia (…). Existe una igualdad básica: llamados a ser hijos de Dios».
Durante los trabajos del dicasterio, «hemos constatado –continuó el purpurado– que estos organismos representan una gran riqueza por la participación de los laicos, que ayudan a los pastores a ver la realidad humana, la realidad del mundo».
En la audiencia a los miembros de la Congregación para el Clero, al referirse a dichos consejos, el Santo Padre subrayó la necesidad de «salvaguardar una relación equilibrada entre el papel de los laicos y el que propiamente compete al ordinario diocesano o al párroco».
Además recordó que «los legítimos pastores, en el ejercicio de su oficio, no deben ser considerados nunca como simples ejecutores de decisiones que se derivan de opiniones surgidas por mayoría en la asamblea eclesial».
«La estructura de la Iglesia no puede ser concebida siguiendo modelos políticos simplemente humanos –subrayó–. Su constitución jerárquica se fundamenta en la voluntad de Cristo y, como tal, forma parte del “depósito de la fe”, que debe ser conservado y transmitido integralmente a través de los siglos».
«Tenemos experiencia –recalcó en cardenal Darío Castrillón Hoyos— de que a menudo se habla en nombre del Espíritu, pero no pocas veces también en nombre del espíritu malo, y es el Papa para la Iglesia universal y los obispos para las Iglesias locales quienes deben realizar este discernimiento. He aquí por qué es distinto el modo de participar en la responsabilidad de la Iglesia».
«Los fieles lo hacen con la fuerza del Bautismo y de la Confirmación, porque también en ellos está presente el Espíritu Santo –aclaró el prefecto del dicasterio–, pero el carisma de gobierno para llevar a cabo este discernimiento –qué se puede mantener como cierto para toda la comunidad y por lo tanto gobernar para encaminar a toda la comunidad— es tarea exclusiva del obispo o del párroco en la parroquia».
«Es justamente en este terreno donde se encuentran problemas –reconoció–, porque no faltan consejos que querrían tener el poder de gobierno y por lo tanto dominar la parroquia o la Iglesia» y «esto no es obviamente aceptado por la Iglesia».