El mayor desafío de la Iglesia en Francia, la descristianización; según el Papa

Pide recuperar la identidad del sacerdote para superar la crisis actual

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 26 enero 2004 (ZENIT.org).- Según Juan Pablo II, la descristianización es el desafío más grande que afronta la Iglesia católica en Francia y en la respuesta a esta misión se encontrarán las soluciones a la crisis de vocaciones sacerdotales que hoy experimenta.

Así lo expuso el Santo Padre este sábado al recibir en audiencia a un grupo de obispos de las provincias eclesiásticas de Montpellier y Tolosa, que concluían su quinquenal visita «ad limina apostolorum». Es el cuarto grupo de prelados galos en concluir estos encuentros con el Papa y la Curia Romana.

«La descristianización creciente es el desafío más grande del momento, y os exhorto a afrontarlo, movilizando a todos los sacerdotes de vuestras diócesis», afirmó el pontífice recalcando que «la urgencia es la misión».

Comentando los informes que le han presentado los obispos, con quienes se había reunido personalmente en los días anteriores, el Santo Padre reconoció que la situación que afrontan los sacerdotes en Francia es «particularmente alarmante».

En Francia, en 1985 había 28.175 sacerdotes diocesanos; en el año 2001 su número ha descendido a 18.528. En varias diócesis francesas, la edad media de los sacerdotes supera ampliamente los sesenta años.

«En ocasiones podéis desmoralizaros ante la situación y las perspectivas, pero quiero invitaros a la esperanza y a un compromiso cada vez más decidido a favor del sacerdocio», afirmó el obispo de Roma.

«Si bien hay que ser realistas ante las dificultades, no hay que ceder al desaliento ni contentarse con mirar las estadística y el bajón del número de sacerdotes, del que –por otra parte– no podemos sentirnos totalmente responsables», subrayó.

«La crisis que experimenta la Iglesia», según el sucesor del apóstol Pedro, es en buena parte debida a la repercusión, en el seno mismo de la comunidad eclesial y en la vida de sus miembros, de mutaciones sociales, de nuevas formas de comportamiento, de la pérdida de valores morales y religiosos y de una actitud de consumismo ampliamente extendida».

En esta situación, el Papa propone «presentar sin cesar la vida sacerdotal a los jóvenes como un compromiso generoso y una fuente de felicidad, renovando y reafirmando la pastoral de las vocaciones».

«Lo que puede alejar a la juventud, con frecuencia atraída por la vida fácil y superficial, es ante todo la imagen del sacerdote en la sociedad moderna con una identidad cada vez menos clara, y con una carga cada vez más pesada», reconoció.

«¿Cómo pueden los jóvenes sentirse atraídos por una forma de vida si no comprenden su grandeza y belleza y si los sacerdotes mismos no prestan atención para expresar su entusiasmo por la misión de la Iglesia?», se preguntó.

«El sacerdote encuentra su alegría y equilibrio en su relación con Cristo y en su ministerio –añadió– Es el pastor del rebaño que guía al pueblo de Dios, que celebra los sacramentos, que enseña y anuncia el Evangelio, ofreciendo al mismo tiempo una paternidad espiritual al acompañar a los fieles».

«Al hacerlo, es al mismo tiempo testigo y apóstol que, a través de los diferentes actos de su ministerio, manifiesta su amor por Cristo, por la Iglesia y por los hombres», indicó.

«¡Que no olviden nunca que con sus actos y ministerio hacen presente la ternura de Dios y que comunican a los hombres la gracia que necesitan!», aconsejó a los sacerdotes.

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ZENIT Staff

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