De la mano de un importante grupo de personas del mundo empresarial, la campaña «Iglesias contra la corrupción» –(CH-A-CO, por sus siglas en inglés)– se orienta a devolver el espíritu de Cristo de servicio desinteresado en los negocios y oficinas públicas.
Y es que «la corrupción amenaza la integridad de las mentes jóvenes, y constituye la base de una nueva forma de opresión», se lee en el comunicado difundido el miércoles pasado desde la SACBC.
«La Iglesia condena la malversación de los fondos públicos», ya sea por políticos, líderes gubernamentales o religiosos, o servidores públicos, así como «el abuso de las oficinas públicas para promover intereses personales», dice el texto.
Desde el episcopado se alaba a los responsables de los medios de comunicación en la difusión de la verdad sin miedo, «denunciando a los individuos corruptos y dejando al descubierto a quienes son poco honrados».
Igualmente valora y respalda el trabajo de organizaciones y agencias gubernamentales en su intento de erradicar la corrupción tanto en la esfera pública como privada.
«Es alentador ver que hay muchos hombres y mujeres honestos y dedicados, de admirable reputación en nuestras comunidades –dice el comunicado–. Ellos representan la esperanza de nuestra nación».
«Hacemos un llamamiento a todos los hombres y mujeres de integridad a permanecer firmes y no ceder a la tentación de la corrupción y del dinero fácil», exhortan los prelados católicos.
«Luchemos juntos contra la corrupción, informemos de ello valientemente, denunciémoslo públicamente y demos la voz de alarma de la corrupción allí donde suceda», concluyen.