MÉXICO, viernes, 13 febrero 2004 (ZENIT.org-Veritas).- El arzobispo de Pamplona publicó este viernes una carta pastoral, titulada «Más gimnasia y menos Religión», en la que señala que «parece que el Partido Socialista, en vez de avanzar hacia una mentalidad más democrática, está volviendo a las antiguas posiciones del anticlericalismo».

Con estas palabras, monseñor Fernando Sebastián se refería a las declaraciones del secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), José Luis Rodríguez Zapatero, en las que se manifestaba partidario de aumentar las horas de clase dedicadas a la gimnasia y disminuir las de Religión.

«No tengo nada contra la gimnasia. Lo que no entiendo es por qué hay que favorecerla a costa de la Religión», señala el prelado en su carta.

«No sabe uno por qué, en estas últimas semanas, la intolerancia y la agresividad contra la Iglesia y la doctrina católica han alcanzado niveles sorprendentes», afirma el arzobispo de Pamplona. «Algunos lo explican como una estratagema de las propagandas electorales. Prefiero no aceptar esta explicación», asegura monseñor Sebastián.

«Si hay un 80 por ciento de ciudadanos que se manifiestan como católicos, ¿por qué nos ofrecen un proyecto de vida anticatólico y laicista?», se cuestiona.

La respuesta, para el prelado, es que «no hay duda de que los políticos han hecho sus cálculos. Ellos creen que sus posiciones laicistas les van a dar votos». «A lo mejor los católicos tenemos alguna culpa en esta situación», reconoce.

A continuación, monseñor Sebastián afirma que «en los tiempos de la transición política, la Iglesia católica apostó fuertemente a favor de la democracia. Honestamente hay que reconocer que sin esta decisión de la Iglesia española, en estrecha comunión con la doctrina conciliar y la Iglesia de Roma, las cosas hubieran sido bastante más difíciles».

«Los católicos --prosigue-- queremos vivir como Iglesia libre en una sociedad libre, en un Estado sinceramente democrático», y por eso «nos limitamos a reclamar serenamente nuestros derechos civiles como cualquier otro ciudadano».

Monseñor Sebastián aborda también la aconfesionalidad del Estado democrático, y se pregunta si «un Estado que no quiere reconocer las opciones religiosas de los ciudadanos puede considerarse del todo democrático».

«Un Estado aconfesional no es un Estado que está contra la religión, sino un Estado no beligerante en cuestiones religiosas, que no hace suya ninguna confesión religiosa, pero que reconoce y favorece la libertad de los ciudadanos para profesar, practicar y exponer públicamente sus convicciones y preferencias religiosas», sentencia.

«Si ahora esta aconfesionalidad se quiere convertir en la reclusión de la religión al ámbito de lo privado, bajo un régimen de simple tolerancia o ignorancia, con la imposición del laicismo en todas las actividades públicas, nos estaríamos alejando de los consensos constitucionales y regresando a posturas autoritarias y discriminatorias», asegura.

Según monseñor Sebastián, «un Estado aconfesional no impone ninguna opción religiosa, sino que se limita a valorar positivamente la religión como un factor socialmente positivo y favorecer las opciones religiosas de los ciudadanos, en proporción a su implantación y a su significación histórica».

Por eso, afirma el prelado, «si en una ciudad aparece un grupo suficiente de musulmanes que pide enseñanza coránica para sus hijos, los católicos apoyamos esa petición. Pero si el 80 por ciento de las familias españolas piden enseñanza del catolicismo para sus hijos, negársela es un reflejo autoritario y discriminatorio».