ROMA, viernes, 13 febrero 2004 (ZENIT.org).- El desafío de la laicidad requiere educación, especialmente entre los jóvenes, y no polémicas apasionadas, asegura el obispo de Angulema.
Monseñor Claude Dagens, al intervenir este jueves en el ciclo de conferencias sobre «El futuro de la laicidad en Francia», celebrado en el centro cultural de la embajada de Francia ante la Santa Sede, afirmó «la Iglesia católica quiere calmar las pasiones que suscita este debate».
La cuestión ha surgido con la propuesta de ley, promovida por el gobierno francés, de prohibir los objetos religiosos «ostensibles» en las escuelas públicas.
Los desafíos que plantea la laicidad, según él, no son sólo institucionales, legislativos y jurídicos, sino sobre todo «culturales, espirituales, intelectuales y sociales».
«Es necesario abordar estos desafíos y defenderlos razonablemente», consideró.
El caso francés es «emblemático», reconoció, pues se trata de «una nación laica de tradición cristiana donde coexisten las minorías judías y musulmanas más importantes de Europa».
En este contexto, propuso apostar por una educación que «incluya una memoria común». Ante la iniciativa de incluir la enseñanza en la escuela del «hecho religioso», el obispo pidió que se enseñen «no sólo las guerras y los episodios violentos» que han configurado la nación.
Para Dagens, la laicidad que se quiere aplicar hoy en Francia es «reductiva»: «Comprendo las razones que han llevado a esta ley, como el peligro de ciertos grupos fundamentalistas o la defensa de la dignidad de las mujeres, pero –aclarado esto– cabe recordar que en realidad hay que luchar contra la ignorancia religiosa».
La calidad de la escuela está en juego, recordó el prelado, que propuso una educación «cívica, moral y religiosa».
«La Iglesia católica que está en Francia respeta la laicidad y aunque es incontestable su debilitación numérica, tiene una memoria y una cultura que constituyen una base de la nación y no acepta que se la tilde de minoritaria», afirmó.
«No podemos no dejar de tener en cuenta nuestra experiencia creyente», hizo saber.
El prelado alentó por ello el diálogo entre «las tradiciones religiosas y los no creyentes».
«Tenemos que dialogar con los judíos, nuestros hermanos mayores, a quienes no conocemos desde su experiencia creyente, y con los musulmanes, que no son terroristas en potencia», propuso. «Si me permiten decirlo: así sea».