EL CAIRO, miércoles, 18 febrero 2004 (ZENIT.org).- Los 250.000 copto-católicos de Egipto, a pesar de las divisiones que se dan entre las comunidades cristianas en el país y de la presión de los fundamentalistas islámicos, están experimentando un florecimiento de vocaciones.
Así lo revela el cardenal Stephanos II Ghattas, patriarca de los copto-católicos de Egipto, en una entrevista concedida a la última edición de la revista mensual italiana «Mondo e Missione»: «Tenemos muchísimas vocaciones femeninas, además de 200 sacerdotes diocesanos, sin contar los religiosos, que son 150 en todo Egipto».
De los más de 74 millones de habitantes de Egipto, el 94% son musulmanes; casi el 6% son copto-ortodoxos.
La Iglesia copta (conocida como ortodoxa) se separó de Roma después del Concilio de Calcedonia en el año 451. En 1741, un obispo copto en Jerusalén, se convirtió al catolicismo y fue nombrado por el Papa Benedicto XIV vicario apostólico de la pequeña comunidad de coptos (entonces eran unos dos mil) que habían entrado en la Iglesia católica por la predicación de los religiosos a partir del siglo XVII. En 1895, el Papa León XIII restableció el patriarcado copto-católico.
Por lo que se refiere a las relaciones con el Islam, el patriarca explica que en la vida cotidiana «tenemos relaciones en el ámbito de la oración y del ayuno, en las obras sociales y en las escuelas. En nuestras 170 instituciones educativas la mayor parte de los estudiantes son musulmanes. Esto permite establecer relaciones de simpatía y colaboración».
Es más problemática la relación con «una corriente musulmana fundamentalista que querría condicionar aún más fuertemente la vida social y política», reconoce Stephanos II Ghattas.
Las comunidades cristianas, tanto católicas como ortodoxas, tienen problemas para construir o restaurar iglesias. La ley exige un decreto presidencial, así como muchas formalidades. Incluso cuando se da el permiso, las administraciones locales ponen muchos impedimentos.
«Uno de los motivos de este comportamiento es el intento de afirmar en todo momento la identidad de la nación musulmana y del Estado egipcio», explica el cardenal.
«Vivimos una fuerte presión ambiental –precisa Stephanos II Ghattas– que lleva a los cristianos a la diáspora e induce a algunos de nuestros fieles a hacerse musulmanes, sobre todo por cuestiones económicas. Si se quiere tener una casa, un trabajo, los musulmanes tienen preferencia».
Por lo que se refiere a las relaciones con los ortodoxos cristianos, guiados por el Papa Shenouda III, el cardenal muestra confianza: «El pueblo vive, cree y espera conjuntamente. Se siente parte de la misma Iglesia, fundada por el santo mártir Marcos entre el año 40 y el año 60 d.C. en Alejandría, que entonces era un foco de cultura y de civilización, ciudad rica y cosmopolita».
«Si sabemos cultivar y preservar la fe», concluye el purpurado, «si damos testimonio de la belleza de una vida vivida en rectitud a la luz del Evangelio», «Dios –estoy seguro– no abandonará nunca a su Iglesia».
Mas de cien parroquias coptas católicas administran escuelas primarias y algunas secundarias. La Iglesia mantiene aparte un Hospital en Assiut y algunos dispensarios médicos y clínicas, así como muchos orfanatos.