KINSHASA, viernes, 20 febrero 2004 (ZENIT.org).- Sin dejar de reconocer los progresos alcanzados en el proceso de transición, los obispos de la República Democrática del Congo denunciaron la semana pasada el desinterés de los dirigentes del país hacia la población.
Es el contenido de un mensaje –titulado «Por amor al Congo no callaré» (Is 62, 1)— con el que los prelados se han dirigido a los fieles y a todos los hombres de buena voluntad al término de la reunión que la Conferencia Episcopal mantuvo en Kinshasa del 9 al 14 de febrero.
«Estamos apenados de comprobar que en vez de trabajar por la promoción social, los dirigentes de nuestro país actúan en beneficio propio, lo que demuestra su desinterés por el bienestar de la población», dice el texto difundido por Fides.
Alertando de la lentitud del proceso de transición de la vida política del país, los obispos señalan, en particular, que los problemas que afectan al pueblo congoleño están muy lejos del pensamiento de los dirigentes del país, quienes imponen sacrificios injustos a la población.
«Además de multiplicar los viajes y las misiones en el extranjero, de las cuales no están muy claros los beneficios para el país, los dirigentes se han concedido un nivel de vida que no tiene nada que ver con la precariedad de nuestras finanzas públicas», dice el documento.
Y añade: «No están haciendo nada contra la corrupción que afecta a todos los servicios del Estado; ellos son los únicos beneficiarios de la calma después de la guerra».
Los obispos denuncian este desequilibrio que crea malestar social en todos los sectores de la población y del que el gobierno no parece comprender la gravedad.
«En el terreno social –prosigue el episcopado congoleño– constatamos con dolor que las reformas anunciadas con énfasis son insignificantes y continúan sin realizarse. Además han demostrado ser sólo promesas políticas con fines electorales».
«Desde el principio –describen– la transición ha evidenciado falta de cualificación en algunas personas que han tenido acceso al poder gracias a la lógica del consenso. En algunas instituciones vemos vacilaciones e incertidumbres que amenazan con llevar al Estado a la ruina».
«Vemos ejercido el poder con mano inexperta, lo que puede costar caro a la Republica», advierten los obispos, recalcando que «con demasiada frecuencia el ejercicio de las funciones publicas se confunde con la campaña política».
Los obispos mencionan los casos recientes de numerosos accidentes ferroviarios, de aviación o de carretera y denuncian la superficialidad con la que los dirigentes han actuado al respecto. Esta indiferencia, dicen los prelados, revela una crisis profunda sobre el significado de la vida y su inviolabilidad.
Otro signo de la crisis moral que atraviesa la nación es, según el episcopado, la grave situación de inseguridad de la mayor parte de la población congoleña, que está a merced del bandidaje.
Cerca de tres millones de vidas se ha cobrado el conflicto bélico que desde 1998 azotó la República Democrática del Congo, donde las potencias de la región de los Grandes Lagos se disputan el control de los inmensos recursos naturales del territorio.
La nación africana atraviesa un momento de profunda transición desde el 17 de julio pasado, fecha de la toma de posesión de un gobierno de unidad nacional formado en base a los acuerdos de Sun City (Sudáfrica) de abril de 2003. El ejecutivo debe preparar las elecciones políticas y presidenciales que se celebrarán en 2005.