CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 25 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II comenzó este Miércoles de Ceniza la Cuaresma invitando a vivir una vida austera para reducir a «lo esencial el equipaje» en el camino de la vida.
El Santo Padre presidió el rito de la imposición de las cenizas, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, que como él mismo aclaró en la homilía, «subraya la conciencia del hombre pecador» y «la disponibilidad para acoger y traducir en opciones concretas la adhesión al Evangelio.
El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, hizo el signo de la cruz con los dedos impregnados de ceniza sobre la cabeza del Papa, recordándole la antigua fórmula «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».
El obispo de Roma hizo lo mismo después con el cardenal Sodano, con unos doce cardenales, numerosos obispos, sacerdotes, fieles y niños; en particular, con su secretario personal, el arzobispo Stanislaw Dziwisz, y su médico, el doctor Renato Buzzonetti.
En la homilía dirigida a los más de seis mil peregrinos procedentes de todos los continentes, el Papa definió la Cuaresma –los cuarenta días de preparación a la Pascua– como «un «momento fuerte» de entrenamiento espiritual y de generoso servicio a los hermanos».
«Esto comporta necesariamente sacrificios y renuncias –reconoció–. Es necesario, de hecho, reducir a lo esencial el equipaje para no hacer pesado el viaje».
«Para ser auténticos discípulos de Cristo –aclaró–, es necesario renunciar a sí mismos, cargar la propia cruz cada día y seguirle. Es la senda ardua de la santidad que todo bautizado está llamado a seguir».
Ahora bien, subrayó, «los gestos exteriores de penitencia tienen valor si son expresión de una actitud interior, si manifiestan la firme voluntad de alejarse del mal y de recorrer el camino del bien. Ahí está el sentido profundo de la ascesis cristiana».
El pontífice recordó, por último, los medios que la Iglesia ofrece desde siempre para vivir este momento tan importante del calendario cristiano.
En primer lugar, «la humilde y dócil adhesión a la voluntad de Dios –comenzó diciendo–, acompañada por una incesante oración».
A continuación, «las formas penitenciales típicas de la tradición cristiana, como la abstinencia, el ayuno, la mortificación y la renuncia bienes de por sí legítimos».
Por último, señaló «los gestos concretos de acogida al prójimo que la página del Evangelio de hoy evoca con la palabra «limosna»».
A causa de sus condiciones de salud, Juan Pablo II ha presidido por primera vez el rito de la imposición de la ceniza en la Basílica vaticana. En años anteriores, lo hacía en la Basílica de Santa Sabina, en el monte Aventino de Roma.
A partir del próximo domingo, participará en la tradicional semana anual de ejercicios espirituales, en la que suspenderá sus audiencias públicas. Según el programa hecho público este martes por la Santa Sede, al obispo de Roma le esperan a continuación dos meses llenos de actos públicos.