ROMA, lunes, 2 febrero 2004 (ZENIT.org).- La Iglesia está en «crisis» a causa del diálogo ecuménico promovido tras el Concilio Vaticano II, afirma en una carta dirigida a varios cardenales la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por el arzobispo fallecido Marcel Lefebvre.

La misiva, firmada por monseñor Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad, y por los otros cuatro obispos que forman parte de la misma, escrita con fecha del 6 de enero pasado, fue presentada este lunes en Roma en el transcurso de una rueda de prensa.

La carta ha sido escrita para presentar un documento de 47 párrafos en el que se busca hacer un balance del ministerio pontificio de Juan Pablo II con el título: «Del ecumenismo a la apostasía silenciosa, 25 años de pontificado».

A pesar de que Juan Pablo II está manteniendo encuentros públicos diariamente, con frecuencia con miles de personas, los signatarios explican que «a causa de la agravamiento del estado de salud del Santo Padre, hemos renunciado a escribirle directamente».

El documento interpreta la posición de Juan Pablo II y de otros exponentes de la Iglesia católica sobre el ecumenismo como la pérdida de la identidad propia de la Iglesia católica para equipararla a cualquier otra confesión o Iglesia cristiana.

No cita la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe «Dominus Iesus» «sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia» (6 de agosto de 2000) ni los numerosos discursos de Juan Pablo II en los que se descalifica esa pretendida visión del ecumenismo.

En una carta enviada el 5 de abril de 2002 por el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero y presidente de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei», a monseñor Fellay, tras unos contactos en los que se buscaba superar la ruptura de la Fraternidad con Roma constataba el «ataque frontal» que suponía la acusación dirigida al Papa de «haber abandonado la Tradición».

«Constituye, de hecho, una peligrosa pretensión de juzgar también a la Suprema Autoridad» y citando el Concilio Vaticano I recordaba que en este tipo de cuestiones «creemos que nadie puede arrogarse el derecho a juzgar a la Santa Sede».

El 2 de julio de 1988 Juan Pablo II constató en la carta apostólica «Ecclesia Dei» que la «ilegítima» ordenación de obispos en el seno de la Fraternidad por parte de monseñor Lefebvre (30 de junio de 1988) constituyó «un acto cismático».