ROMA, viernes, 2 abril 2004 (ZENIT.org).- En Estados Unidos el feto tiene derechos legales, según estableció el jueves el presidente George Bush al firmar la ley aprobada por la Cámara y el Senado sobre «no-nacidos víctimas de la violencia».
De acuerdo con la nueva disposición, bajo la ley federal cualquier persona que cause la muerte o lesiones a un niño en el seno materno será acusada de un delito aparte, además de otras acusaciones relativas al daño a la madre.
La ley define al «nasciturus» como un miembro de la especie humana, cualquiera que sea en nivel de desarrollo.
Conservadores y republicanos habían intentado en varias ocasiones la aprobación de este texto, pero recibieron el impulso decisivo en diciembre de 2002 con el célebre caso de Laci Peterson.
La mujer fue asesinada en California cuando estaba en el octavo mes de embarazo y ya había llamado a su hijo Conner. Los dos cuerpos fueron encontrados por la policía en la Bahía de San Francisco. Su marido, Scott, está siendo procesado.
Según afirmó el jueves Bush, el sufrimiento de dos víctimas, como en este caso, no puede ser igual a un solo crimen.
Los republicanos «pro vida» sostienen que el objetivo del texto es castigar de forma separada los crímenes cometidos contra las madres y los «nasciturus», mientras que los demócratas «pro choice» responden que se trata del primer ataque a la legalidad del aborto porque el lenguaje da personalidad jurídica al feto.
El senador Kerry, candidato a la Casa Blanca, ha votado en contra de esta ley apoyando sin embargo una enmienda que aumentaba las penas por los crímenes cometidos contra las mujeres embarazadas, pero no definía al feto como una persona jurídica.
En cuanto a la aprobación de esta ley, el vicepresidente de la Academia Pontificia para la vida, el obispo Elio Sgreccia, ha reconocido este viernes ante los micrófonos de Radio Vaticana que «indudablemente es un hecho jurídica y éticamente muy relevante».
Y es que «frente al único principio que regulaba la actitud frente al “nasciturus” establecido por las sentencias de la Corte Suprema de los Estados Unidos –esto es, el principio de libertad de la mujer–, se sitúa otro principio prioritario: que el feto representa un ser humano que tiene relevancia jurídica, que debe ser respetado como hombre».
Para monseñor Sgreccia, el hecho de que haya tantos obstáculos para reconocer la paridad entre el feto y el ser humano está motivado en que «va contra un principio llamado de “autonomía”, un principio libertario que quiere tener sobre el “nasciturus” un poder de los adultos de vida y de muerte».
«Esto es anti-humano –advierte–, porque va contra la igualdad de todos los hombres, de todos los seres humanos, y el ser humano no comienza con el nacimiento, comienza antes».