La «unión civil» entre personas del mismo sexo

Intervención del profesor de teología Rodney Moss de Sudáfrica

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JOHANNESBURGO, sábado, 17 abril 2004 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención del profesor de teología de Johannesburgo (Sudáfrica), Rodney Moss, sobre «La «unión civil» entre personas del mismo sexo» en una de las videoconferencias mundiales organizadas por la Congregación vaticana para el Clero dedicada al matrimonio y la familia.

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El 31 de julio de 2003 la Congregación para la Fe publicó un documento de diez puntos titulado «Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales».

Este documento rechaza los argumentos populares en favor del «matrimonio» entre personas del mismo sexo y otras formas de reconocimiento jurídico de la homosexualidad. Afirma claramente que los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales «…deben ser aceptadas con respeto, compasión y sensibilidad. Debe evitarse todo signo de discriminación injusta hacia ellas».
(párrafo 4, cita del Catecismo de la Iglesia Católica, número 2358).

La cuestión que se plantea es la de la discriminación injusta. ¿Es injusto denegar a los homosexuales que viven en uniones del mismo sexo el estatus social y legal de matrimonio? El documento indica: «La negación del estatus social y jurídico de matrimonio a formas de convivencia que no son ni pueden ser matrimoniales no se opone a la justicia; por el contrario, la justicia lo exige» (párrafo 8). Pero, ¿por qué ocurre esto? El reconocimiento jurídico de las uniones homosexuales llevaría a una redefinición del matrimonio; el matrimonio entre un hombre y una mujer serían la única forma posible de matrimonio. De esta manera, según el Documento, «…el concepto de matrimonio experimentaría una transformación radical en detrimento grave del bien común» (el énfasis lo pongo yo).

La justicia separada del bien común es inaceptable para el orden moral. El Documento continúa diciendo: «Sería totalmente injusto sacrificar el bien común y las normas justas para la familia con el fin de proteger los bienes personales que pueden y deben ser garantizados de manera que no perjudiquen el cuerpo social» (párrafo 9). En la misma línea que lo antes mencionado, una reciente declaración de los Obispos de Connecticut indica: «El respeto a la singularidad del matrimonio no implica falta de respeto a aquellos que no se pueden casar» (Declaración de la Conferencia Católica de Connecticut, 31 de julio de 2003).

En resumen, pues, la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad es a la vez equilibrada y compasiva, aunque afirme la verdad. Por otra parte, no puede apoyar completamente a los activistas a favor de los derechos de los homosexuales porque rechaza la legitimidad de los «matrimonios» y los actos homosexuales: aunque por otra parte, condena la discriminación injusta de las personas orientadas a la homosexualidad e insta a la sensibilidad y el respeto.

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ZENIT Staff

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