El Papa beatificará el domingo a una mexicana que se hizo pobre entre los pobres

México, DF, martes, 20 abril 2004 (ZENIT.org).- Este domingo los mexicanos estarán de fiesta al ser elevada a los altares, por Su Santidad Juan Pablo ll la madre Lupita (Anastasia Guadalupe García Zavala).

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Quien fuera cofundadora de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, tras un proceso que en su capítulo diocesano que inició en Guadalajara –por instancia del cardenal José Salazar López– el 29 de julio de 1984 y que contempló 211 sesiones y 34 interrogatorios a testigos, será beatificada por sus virtudes heroicas, su profunda vida de oración y por habérsele comprobado un milagro en favor de don Abraham Arceo González.

La madre Lupita nació en Zapopan, Jalisco, el 27 de abril de 1878, en un hogar de sólida formación católica, siendo sus padres Fortino García Venegas y Refugio Zavala. Murió en la vecina ciudad de Guadalajara el 24 de junio de 1963. A lo largo de sus 85 años de existencia trabajó, infatigablemente, por extender el manto protector de la caridad de Jesús entre los más pobres de los pobres.

Fue superiora de su Congregación en tiempos en que ser religiosa o religioso en México era como una ofensa de muerte al gobierno. Sufrió persecución y hostigamiento, como tantos millones de católicos en tiempos del general Plutarco Elías Calles (1924-1928) y los generales que le siguieron en el poder hasta 1940. Pero nunca desfalleció: su amor por los pobres, del cual hizo muestra resplandeciente en el Hospital Santa Margarita en Guadalajara, pudo más. La fe en Cristo siempre puede más.

Para la madre Lupita eran los pobres el destino, el origen y el fin de su vocación religiosa: volcarse a ellos, darles una esperanza, curar sus cuerpos y sus almas. Desde el momento en que tomó el hábito hasta su muerte, es decir 63 años, los dedicó a esta altísima convocatoria de la Gracia: curar, fortalecer, donarse a los que nadie cura, nadie fortalece, nadie dona nada.

Su fama de santidad no le abandonó a la hora de la muerte. Tanto así que, por intercesión suya consiguió de Dios la curación de un caso terrible de pancreatitis aguda necrotizante que sufría don Abraham Arceo. Era el 25 de julio de 1988, en la habitación 202 del mismo hospital en que la madre Lupita volcara su vocación.

El beneficiado estaba desahuciado. Y dijo: «Madre Lupita, agárrame bien de la mano, o suéltame». Hoy sigue vivo.

México ha sido favorecido con 28 santos proclamados por Juan Pablo ll (cuando inició su pontificado México contaba con un santo: San Felipe de Jesús). Con la madre Lupita llegarán a 14 los beatos, todos nombrados por el actual pontífice. Quedan en lista 14 «venerables» (se ha reconocido sus virtudes heroicas) y 85 «siervos de Dios» (su proceso de beatificación ha sido emprendido).

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ZENIT Staff

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