CIUDAD DEL VATICANO, martes, 20 abril 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha alentado a los miembros de Comunión y Liberación a seguir proponiendo a Cristo a los hombres y mujeres de todos los continentes para que en él encuentren el sentido de sus vidas.
El pontífice ha querido unirse a las celebraciones del quincuagésimo aniversario de fundación de este movimiento eclesial con una carta enviada a su fundador, el sacerdote italiano monseñor Luigi Giussani.
Comunión y Liberación (CL, como es comúnmente conocido) es un movimiento eclesial cuya finalidad es la educación cristiana madura de sus propios seguidores y la colaboración con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea.
Nació en Italia en 1954 cuando monseñor Giussani dio vida, a partir del liceo clásico «Berchet» de Milán, a una iniciativa de presencia cristiana llamada «Juventud Estudiantil». Las siglas actuales, Comunión y Liberación (CL), aparecen por primera vez en 1969.
Sintetizan el convencimiento de que el acontecimiento cristiano, vivido en la comunión, es el fundamento de la auténtica liberación del hombre. En la actualidad Comunión y Liberación está presente en cerca de setenta países en todos los continentes.
En la misiva, publicada este martes por la Sala de Prensa de la Santa Sede, el obispo de Roma invita a los miembros de CL (como comúnmente se conoce al movimiento) a vivir con entusiasmo su carisma: «proponer, de modo fascinante y en sintonía con la cultura contemporánea, el acontecimiento cristiano, percibido como fuente de nuevos valores, capaz de orientar la existencia entera».
«Es necesario y urgente ayudar a encontrar a Cristo, para que Él llegue a ser, también para el hombre de hoy, la razón última del vivir y del obrar», afirma el pontífice.
«Dicha experiencia de fe genera una mirada nueva sobre la realidad, una responsabilidad y una creatividad que afectan a cualquier ámbito de la existencia: desde la actividad laboral a las relaciones familiares, desde el compromiso social a la participación en el ámbito cultural y político», aclara.
CL, según el Papa, constituye «una experiencia que cambia en profundidad la vida de las personas porque introduce a tener un encuentro personal con Cristo», por ello, reconoce, «puede considerarse justamente, junto a una gran variedad de otras asociaciones y nuevas comunidades, como uno de los brotes de la prometedora «primavera» suscitada por el Espíritu Santo en los últimos cincuenta años».
Con motivo de los cincuenta años de fundación, monseñor Giussani envió una carta a Juan Pablo II, el 26 de enero de 2004, en la que confiesa: «No sólo no pretendí nunca «fundar» nada, sino que creo que el genio del movimiento que he visto nacer consiste en haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad de volver a los aspectos elementales del cristianismo, es decir, la pasión por el hecho cristiano como tal, en sus elementos originales y nada más».
«Quizás sea justamente eso lo que ha abierto imprevisibles posibilidades de encuentro con representantes del mundo judío, musulmán, budista, protestante y ortodoxo, desde Estados Unidos hasta Rusia, en un impulso por abrazar y valorar todo lo bello, bueno y justo que hay en cualquiera que viva una pertenencia».
No se prevé ninguna forma de inscripción a CL, sino únicamente la libre participación de las personas. Un instrumento fundamental de formación de los seguidores del movimiento es la catequesis semanal denominada «Escuela de comunidad».
Más información en http://www.clonline.org.