Obispos de México y Estados Unidos piden bajar el costo del envío de remesas

Medida que perjudica a la contribución que ofrecen los emigrantes

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MÉXICO, jueves, 22 abril 2004 (ZENIT.org).- Obispos de México y Estados Unidos han emitido, recientemente, una carta a los presidentes de ambos países, Vicente Fox y George W. Bush, proponiéndoles que regulen, de una vez por todas, a las empresas que ofrecen envío de recursos de trabajadores mexicanos en Estados Unidos a sus familias.

En un documento que llamaron «Juntos en el camino de la esperanza», cerca de 200 obispos de ambos países consideraron como «excesivo» el precio que cobran las compañías por realizar las transferencias.

México es el líder de los países en desarrollo en lo que respecta a captación de remesas. Según el Informe para el Desarrollo Global 2004, elaborado por el Banco Mundial, durante 2003, los mexicanos mandaron desde el extranjero (99 por ciento desde Estados Unidos) trece mil 200 millones de dólares a sus familias en el país.

De acuerdo con el Informe del Banco Mundial, a México le siguen la India con ocho mil 400 millones de dólares de remesas recibidas y Filipinas, con ocho mil millones de dólares.

El Banco Mundial ha advertido que las remesas se han convertido en una de las principales fuentes de financiamiento de los países en vía de desarrollo. En México se coloca en segundo lugar de captación de divisas, tan sólo detrás de las exportaciones petroleras y por arriba del turismo, lo cual convierte al mercado en un apetitoso negocio que ha sido cubierto por compañías que no se caracterizan, precisamente, por su defensa a los intereses de los trabajadores ilegales mexicanos y los legales, que ocupan más de tres millones de puestos de trabajo en la Unión Americana.

Los obispos le han puesto nombre y apellido a la operación abusiva de las compañías de transferencia de dinero. En el documento señalan que «actualmente, las empresas privadas que prestan este servicio cobran precios muy elevados, de hasta veinte por ciento».

Y sugieren a los presidentes de ambas naciones que las transferencias se regulen, se eviten los abusos y se construyan maneras más eficientes de enviar estos fondos a México «para que estos lleguen a quienes realmente los necesitan».

Cálculos conservadores indican que el mercado de transferencias de remesas de Estados Unidos a México vale cerca de mil 500 millones de dólares, por lo que compañías de todo tipo ofrecen sus servicios de «dinero en minutos» en las calles de Nueva York, Los Ángeles, Houston o Chicago.

Los trabajadores indocumentados, con tal de no ser identificados por la policía migratoria, toman el servicio aunque, finalmente, llegue a su familia 20 ó 30 por ciento menos de lo que le mandó.

Los obispos proponen que una parte del porcentaje de intermediación cobrado por las compañías de remesas sea utilizado en el desarrollo social de las comunidades de las que proceden emigrantes en México, en particular en estados tan pobres como Oaxaca y Chiapas.

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ZENIT Staff

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