CARTA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL A LOS ECUATORIANOS
Quito, abril 22 del 2004
Hermanos ecuatorianos:
Los Obispos de la Iglesia Católica, urgidos por la situación del País y por la misión recibida del Señor Jesucristo de anunciar su Evangelio de Verdad y Esperanza, levantamos nuestra voz, uniéndonos al clamor de las mayorías.
Enormes males trajo al país y a todos nosotros, la crisis de años pasados, la recordamos con amargura e indignación. Todos nos resistimos a la posibilidad de que se repita una historia de tantas ambiciones e irresponsabilidades, pero lamentablemente, aparecen nuevos síntomas de inestabilidad política, paso previo a mayores crisis morales y económicas.
Recuperemos la cordura. Un país sin estabilidad democrática y sin equidad social, no tiene futuro. Nos sobran experiencias negativas. La incoherencia de los electores y de los elegidos, el obstruccionismo ciego de ciertas oposiciones, el obsesivo afán de escándalos, las presiones de grupos poderosos que sólo piensan en sus intereses inmediatos, el festín de ambiciones y corrupciones, configuran una realidad social del todo ajena a la verdadera democracia y opuesta al desarrollo del país.
Los titulares de los poderes públicos, han sido elegidos para gobernar, es decir para liderar procesos coherentes, eficaces y transparentes en orden a vivir en democracia y construir una sociedad justa y fraterna. Entre las condiciones que hacen posible alcanzar este objetivo queremos subrayar las siguientes:
1. Sin afectar la indispensable estabilidad de la economía, es preciso combatir el humillante flagelo de la inequidad social. Una forma adecuada de hacerlo, es priorizar el gasto social para los sectores de salud, educación y seguridad social.
Siendo exigencia de la justicia y factor importante para la convivencia pacífica, el pago, a su debido tiempo, de las remuneraciones del sector público, no se agota en esto la política social del Estado especialmente en los servicios de educación y salud, que para ser de calidad y eficaces, requieren profundas transformaciones.
2. Cultura y práctica de la honestidad en el manejo de la cosa pública. Como decíamos entre la primera y segunda vuelta electoral, «el mejor servicio que el Presidente puede dar a la Nación es rodearse de colaboradores capaces y honestos».
Dar signos de esperanza, comprometerse con el país que soñamos, es deber de todos, del Gobierno; del Congreso Nacional, del que esperamos un marco legal adecuado para el desarrollo; de la Función Jurisdiccional, a la que pedimos desterrar la impunidad y administrar correctamente la justicia; de los Partidos Políticos a los que insistimos para que ofrezcan soluciones creativas y marcos doctrinales coherentes; de los ecuatorianos todos, en una convivencia pacífica, solidaria y respetuosa.
A ustedes queridos compatriotas, especialmente a ustedes que creen en Jesucristo, les decimos con el Papa Juan Pablo II: «Rememos mar adentro» , aportemos a nuestra Patria actitudes positivas, respuestas creativas. En la diversidad de culturas, regionales e ideologías, pongámonos de acuerdo en aquellas pocas cosas que hacen de un país el anhelado «lugar para vivir» y del tiempo «una historia para recordarla con orgullo».
Les invitamos a permanecer unidos en la oración para que Dios, Padre de Bondad, conceda abundantes dones y gracias a nuestra Patria.
+Vicente Cisneros Durán,
ARZOBISPO DE CUENCA
Presidente de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana
Monseñor José Vicente Eguiguren,
Secretario General de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana