Ruud Lubbers, alto comisionado ONU para los refugiados, anunció hace unos días, la clausura en el mes de septiembre de los 15 campos de refugiados en Pakistán que acogen a unos 200.000 afganos.
Don Peter Zago, salesiano que trabaja en los campos, ha confirmado que «el esfuerzo de los Naciones Unidas está dirigido a facilitar el retorno de aquellos afganos que acepten volver a su país».
Pero las «condiciones de inseguridad del país y la incertidumbre de encontrar casa y trabajo no animan a las personas que todavía prefieren permanecer y vivir en condiciones de pobreza en torno a las ciudades de Quetta y Peshawar», ha declarado a través de la agencia de noticias salesiana (ANS).
En estos dos centros los prófugos «encuentran posibilidades de trabajo manual, pequeños servicios a gente privada, agua y espacio para una tienda de campaña. Los más pequeños pueden pedir limosna y recoger desperdicios que las familias pueden aprovechar y reciclar».
Los salesianos siguen ayudando a estos niños ofreciéndoles tres horas de escuela por la mañana y una comida, mientras que por la tarde quedan libres para sus acostumbradas recogidas de desperdicios.
Añade don Zago: «La retirada de los servicios de las Naciones Unidas nos obliga a intensificar nuestros servicios. En el momento actual atendemos a 750 niños en nuestras dos escuelas salesianas (280 afganos y 470 cristianos) y otros 1800 pequeños estudiantes en tres escuelas distintas afganas (de las tribus Pashtun y Azara)».
En territorio paquistaní hay hoy más de 1.500.000 prófugos afganos, que han huido del país durante los últimos 25 años de guerras y desestabilización. Más de un millón residen en campos en la frontera entre Afganistán y Pakistán.