CIUDAD DEL VATICANO, martes, 27 abril 2004 (ZENIT.org).- Hay tres dificultades que explican la confusión con que se reciben en ocasiones las indicaciones de la Santa Sede en materia litúrgica, constata el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Según el arzobispo Angelo Amato, se encuentran dificultades de asimilación a causa de «su número, su amplitud, y del problema de la comunicación a través de los medios».
El prelado italiano analizó las «dificultades mayores para una correcta acogida de estos documentos» en la rueda de prensa de presentación de la «Instrucción «Redemptionis Sacramentum» sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía», que se celebró el viernes pasado en el Vaticano.
«Por lo que se refiere al elevado número [de documentos y disposiciones de la Santa Sede], se debe a los muchos acontecimientos y a las innumerables peticiones de aclaración presentadas al magisterio por parte del pueblo de Dios», explicó monseñor Amato.
«Sin embargo –consideró–, el número puede convertirse también en motivo e instrumento de formación permanente, tanto para el clero como par los fieles laicos».
«Por lo que se refiere a la amplitud –y esta «Instrucción» es bastante amplia–, esto se debe a que las normas que hay que confirmar y los abusos que hay que evitar son numerosísimos», indicó el arzobispo salesiano.
Por lo que se refiere a los problemas para comunicar estas disposiciones, el arzobispo citó el discurso que dirigió Juan Pablo II a la Congregación para la Doctrina de la Fe en febrero pasado, en el que reconocía que ante la publicación de documentos magisteriales «con frecuencia los fieles son más desorientados que informados a causa de las reacciones e interpretaciones de los medios de comunicación social».
«En realidad –propuso monseñor Amato–, la recepción de un documento, más que un hecho mediático, debe ser vista sobre todo como un acontecimiento eclesial de acogida del magisterio en la comunión y compartiendo de la manera más cordial la doctrina de la Iglesia».
«Se trata de una palabra autorizada que aclara una verdad de fe o algunos aspectos de la doctrina católica contestados o tergiversados por particulares corrientes de pensamiento y de acción –subrayó–. En esta valencia doctrinal se fundamenta precisamente el carácter elevadamente pastoral del documento. La acogida se convierte, por tanto, en ocasión propicia de formación, de catequesis, y de evangelización».
Por este motivo, Amato pidió que la acogida de la nueva «Instrucción» vaticana, que responde a una profunda preocupación del Papa, no se «quede en la noticia inmediata que comunica e informa, sino que se convierta en acontecimiento eclesial de comunión y de formación».
«Los obispos, los sacerdotes, los fieles laicos, no deberían contentarse con opiniones inmediatas o con los primeros comentarios. Deberían tener la paciencia y el tiempo para leer, asimilar y vivir en profundidad los contenidos de la «Instrucción»», pidió.
«La «Instrucción», en definitiva –concluyó–, debería suscitar en la Iglesia una sana curiosidad y una generosa acogida para contemplar con renovada maravilla este gran misterio de nuestra fe e incentivar comportamientos y actitudes eucarísticos apropiados».