MADRID, jueves, 29 abril 2004 (ZENIT.org).- Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, ha sido el artista escogido por la archidiócesis de Madrid para realizar las pinturas y las vidrieras del ábside de la Catedral de la Almudena de la capital española.
En una catedral abarrotada de familias del Camino, el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, presentó este miércoles la «corona mistérica», centrada en los «momentos fundamentales del Misterio de Cristo», informa la agencia Veritas.
La «corona mistérica» consta de siete pinturas realizadas sobre muro preparado con estuco romano en las que se representan al Cristo Pantocrátor (en el centro de la composición), el Bautismo, la Transfiguración, la Crucifixión, la Resurrección, la Ascensión al cielo y Pentecostés.
El purpurado subrayó en particular «el acierto de haber unido [en las obras] la tradición de la Iglesia oriental y la tradición de la Iglesia latina en un momento en el que Europa quiere ser una».
Con esta pinturas, recalcó el presidente de la Conferencia Episcopal Española, se ha buscado que «los que vengan sean ayudados a encontrarse con el Misterio de Cristo, con la Palabra hecha carne, el que ha de venir y el que nos manda perdonar a nuestros enemigos».
Entre los motivos para la elección de Kiko Argüello, el purpurado indicó el propósito de que «el Pueblo de Dios pueda vivir en la catedral de la Almudena con más hondura lo que ella significa, el lugar de la presencia real y sacramental del Señor, el lugar donde el Misterio de la Iglesia se hace vivo».
Por su parte, Kiko, quien fue Premio Nacional de Pintura 1959 en España, explicó que con esta obra ha querido unir «tradición y modernidad». «Para mí es importante que detrás de estos cuadros esté la fe de siglos».
«La composición y los contenidos estructurales de la iconografía representada siguen la más antigua tradición, que hasta el siglo XV era común en las Iglesias de Oriente y de Occidente», explicó el autor.
Reveló que él y su equipo han realizado su trabajo rezando mucho, ayunando y pidiéndole a la Virgen inspiración para que su labor se convirtiese en un servicio a los fieles. Aseguró también que ni él ni sus colaboradores cobrarán por su trabajo. El único pago que recibirán será el coste de los materiales empleados.
En la «corona mistérica», el Pantocrátor, sostiene un libro en el que se lee: «Amad a vuestros enemigos. ¡Vengo pronto!». Con este mensaje, el autor quiere recordar que «los cristianos hemos vencido a la muerte en Cristo. Él nos ha liberado del temor a la muerte. La fe da la vida eterna, y quien la tiene puede amar más allá de la muerte», continuó.
En el centro de las vidrieras, realizadas en la isla de Murano de Venecia, se lee «María», «el nombre más bello que tiene la Iglesia», dice el autor.
Las siete vidrieras, de llamativos colores y con una estética moderna, están dedicadas a «la Palabra», que aparece escrita en latín, griego, hebreo, siríaco, cirílico y castellano, simbolizando así la evangelización universal.
Con motivo de la presentación, la oficina de prensa del arzobispado de Madrid ha divulgado un artículo en el que el periodista y escritor italiano Vittorio Messsori, autor de best-sellers de investigación religiosa, afirma que tras la mediocridad «de la arquitectura, la escultura, la pintura aplicada a lo Sagrado» se oculta «una crisis de fe».
Messori confiesa que no se siente sorprendido ante la conmoción que la obra de Kiko Argüello le ha producido, porque «ha ido a buscar la inspiración allí donde la fidelidad a la Tradición ha mantenido altísimo el concepto y la práctica del arte sacro».
Para el periodista y escritor italiano la crisis de fe que vacía de contenido el arte sacro consiste en «esa mirada racionalista que sabe analizar la realidad, seccionándola hasta en sus partículas más profundas, pero de la que desaparece el Misterio que la penetra y circunda».
Citando a Miguel Ángel, Messori afirma que «no basta con ser un maestro lleno de ciencia e intuición para crear la imagen venerable de nuestro Señor: Creo que es necesario que el artista lleve una vida cristiana y hasta santa, para que el soplo del Espíritu le alcance».