SAN MIGUEL (BUENOS AIRES), lunes, 17 mayo 2004 (ZENIT.org).- En medio de una crisis de valores –que «en su momento culminante se manifestó en disgregación, desencuentro y ruptura de vínculos»– es «fundamental hacer posible la reconciliación en nuestra sociedad, herida por la división y el desencuentro», exhortan los obispos argentinos en un mensaje difundido el sábado al concluir su 87ª asamblea plenaria.
El relativismo moral «afecta (…) al matrimonio y la familia, y pone en peligro la vida humana naciente cuando se quiere hacer olvidar que el aborto es un crimen», además de incidir «seriamente en la educación de nuestros niños y jóvenes al no fundarla en una escala de valores que priorice la persona, el respeto de la ley y la construcción de la sociedad basada en la justicia», subrayan.
Incluso la inseguridad ciudadana «tiene su origen en la carencia de valores, pero advertimos de otra inseguridad que alcanza a muchos hermanos nuestros: la de las familias campesinas, aborígenes y de algunos sectores urbanos que no tienen acceso a la tierra o se les desconoce su propiedad», puntualizan los obispos.
«Los argentinos, confiando en la ayuda de Dios y acudiendo a experiencias de diálogo y comunión, pudimos encontrar en el momento más difícil de la crisis una primera salida sin violentar el orden institucional», constatan.
Pero no se debe caer en la ilusión de pensar «una vez más en que nuestra salvación consiste en el incipiente repunte económico por el que atravesamos», porque «si las causas de la crisis son tan hondas, el camino a recorrer será arduo y no exento de sacrificios».
Debe recorrerse –sostienen– «el camino de las reformas profundas que permitan restablecer una mayor confiabilidad en los representantes del pueblo y un renovado fortalecimiento de los poderes del Estado».
Y advierten los obispos argentinos: «Entre las muchas tareas a las que nos llama hoy nuestro compromiso ciudadano creemos fundamental “hacer posible la reconciliación en nuestra sociedad, herida por la división y el desencuentro”».
«En esto los cristianos tenemos una tarea insustituible –explican–, pues nos capacita para ello nuestra fe en Jesús, que nos reconcilió con el Padre y entre nosotros, mediante su muerte en la cruz».
Igualmente piden comportamientos coherentes con el Evangelio de Jesús, que «manda resistir el mal con el bien, y no ceder a la corrupción por pequeña que fuere», porque «no podemos olvidar que nuestra crisis es fruto de innumerables claudicaciones en la conducta moral de los ciudadanos, en particular de sus dirigentes».
«Hoy decimos a todos que no sólo queremos ser Nación, sino que necesitamos ser Nación –cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común– para que todos los argentinos sin exclusión alguna podamos vivir nuestra dignidad de hijos de Dios y para insertarnos en una sana y fraterna convivencia con todas las naciones del mundo», concluyen.