«Sabed que el Señor no se deja vencer en generosidad y que toda llamada suya es una gran bendición, incluso para la familia de quien ha sido llamado», afirmó el pontífice.
Su llamamiento resonó este jueves en el Vaticano al recibir a la asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana, que ha manifestado en varias ocasiones su preocupación por la cuestión de las vocaciones consagradas.
«Deseo dirigir, también en vuestro nombre, una cálida invitación a los chicos y chicas de Italia para que tomen en cuenta con atención y serenidad y acojan eventualmente, no con temor sino con alegría, la llamada que el Señor les dirija».
«Es un don extraordinario que abre nuevos horizontes de vida a quienes son llamados, así como a muchos hermanos y hermanas», añadió.
«Dirijo la misma invitación a la disponibilidad y a la confianza a las familias de las personas llamadas, preocupadas en muchas ocasiones por el futuro de sus propios hijos. Les digo, no os detengáis por consideraciones a ras de suelo», subrayó el Papa.