Fue el 25 de mayo de 1253 cuando el Papa Inocencio IV mandó construir la Basílica de San Francisco con la intención de acercar «a los jóvenes a los valores evangélicos y franciscanos».
El domingo, tras rezar la oración mariana del «Regina Caeli» junto a miles de peregrinos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, Juan Pablo II transmitió un saludo a su enviado especial a Asís –el cardenal Giovanni Battista Re–, al obispo del lugar, a las familias religiosas, a las autoridades y los fieles reunidos «en esta solemne circunstancia».
«Me uno a la común oración para invocar la intercesión del Sano Patrono de Italia sobre toda la Nación –expresó el Papa–, a fin de que pueda mirar adelante a un futuro de esperanza, abierto a la concordia y a la solidaridad».
El cardenal Re, prefecto de la Congregación para los Obispos, no quiso dejar de subrayar en la Eucaristía que presidió el domingo, como conclusión de las celebraciones, la actualidad del mensaje de San Francisco (1182-1226), que «continúa irradiándose en una sociedad como la de hoy, agredida por terrorismo, guerra y violación de los derechos humanos».
En la Basílica, colmada de fieles y de numerosas autoridades políticas e institucionales, el purpurado recalcó que «el ideal de amor vivido por Francisco vuelve a proponer a cada persona y a los pueblos la necesidad de un genuino diálogo en la verdad y en la justicia», recoge «Radio Vaticana».
«Si la visión del mundo pasa a través de la belleza del arte y de la música, la bondad y la verdad, es posible recuperar una mirada positiva hacia el mundo»: con estas palabras el padre Vincenzo Coli, custodio del Sagrado Convento de Asís, explicó el sentido de las iniciativas programadas entre 19 y el 23 de mayo.
Han participado cantantes, actores e invitados de excepción; se celebró un concierto, conferencias académicas y momentos de oración. También se recogieron donativos para las poblaciones de Zambia y Malawi.
Los franciscanos de Asís definen la Basílica de San Francisco como un faro espiritual para la humanidad. La ciudad es la que más veces ha visitado Juan Pablo II durante su pontificado: en total, en seis ocasiones y en ella ha convocado los grandes encuentros de oración de los líderes religiosos mundiales por la paz.