El llamamiento vaticano ha resonado en la conferencia regional para Asia y el Pacífico de la FAO (Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que se celebró en Pekín entre el 17 y el 21 de mayo.
Al tomar la palabra en nombre de la Santa Sede ante la asamblea, monseñor Renato Volante afirmó: «Es de esperar que vuestras reflexiones inspiren también medidas concretas para combatir la inseguridad alimentaria, que tiene entre sus víctimas a tantos de nuestros hermanos y hermanas».
«Nada cambiará en el ámbito mundial si los responsables de las naciones no ponen en práctica los compromisos escritos en vuestro plan de acción para implementar políticas económicas y alimentarias basadas no solamente en el beneficio sino también en la solidaridad», añadió.
«Parece que la situación de la seguridad alimentaria se hace cada vez más preocupante, el crecimiento de los sistemas de producción cada vez más ligado a métodos a larga escala, mientras aumenta el degrado ambiental que para el mundo de la agricultura significa también empobrecimiento del suelo y escasez de agua», constató el representante papal.
«Quisiera confirmar la disponibilidad de la Iglesia católica, en sus diferentes sectores e instituciones, para cooperar en las actividades de humanización en las realidades de hambre, subdesarrollo y pobreza», anunció monseñor Volante.
«Una ayuda que no debería ser considerada solamente como una posibilidad de apoyo logístico, sino también como una fuente de inspiración de ideas y programas», añadió.
«De hecho –subrayó–, al garantizar a cada persona la posibilidad de tener adecuados y cualitativos niveles de seguridad alimentaria, cada uno de nosotros pasa a participar en el gran designio de la Creación».