El vehículo, que formaba parte de una serie limitada de tres mil ejemplares, producido en julio pasado, fue entregado al Santo Padre por el presidente de los concesionarios mexicanos de esa marca automovilística, Luis Manuel Abella Armella, acompañado por una delegación de obreros de la planta de Puebla, en la que fue fabricado.
Según informaron fuentes vaticanas, Juan Pablo II bendijo el coche y a todos los mexicanos presentes en el Arco de las Campañas, dentro del Vaticano, al regresar al palacio apostólico tras la audiencia general.
El coche quiere ser un gesto de agradecimiento al Santo Padre por la visita que realizó a México en 2002, cuando canonizó a Juan Diego, el indígena testigo de las apariciones de María, según explicaron los empleados de Volkswagen.
El coche de color azul claro, que circulará con matrícula de la Ciudad del Vaticano (sus iniciales son SCV), es el último de esta serie de automóviles cuyo origen se remonta a los años treinta. En toda su historia, se han fabricado unos 21 millones de vehículos de esta clase.
Si bien en Europa se dejaron de fabricar a partir de 1978, su producción se mantuvo en México hasta el pasado 30 de julio.