El episcopado español sale en defensa de los derechos del embrión

Condena el tratamiento científico de los seres humanos «como objetos»

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MADRID, jueves, 27 mayo 2004 (ZENIT.orgVeritas).- La Iglesia impulsa la ciencia, cuando se pone «al servicio de la vida», pero condena el tratamiento científico de los seres humanos como «objetos o animales», explica el secretario de la de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

El padre Juan Antonio Martínez Camino explicó este jueves en rueda de prensa algunos puntos sobresalientes de la «Nota» del Comité Ejecutivo del episcopado publicada con el título «Por una ciencia al servicio de la vida humana».

Con motivo de la reforma anunciada en noviembre de 2003 por el anterior Gobierno, la CEE había emitido una nota titulada «Una reforma para mejor pero muy insuficiente», que el Comité Ejecutivo quiere actualizar ahora (teniendo en cuenta las últimas novedades legislativas sobre este tema).

El Comité de la CEE cree que las restricciones que la Ley de noviembre de 2003 imponía en orden a la acumulación de embriones era un paso adelante, que ahora quedaría sin efecto si se eliminan «en la práctica, toda limitación legal de las fecundaciones y transferencias por vía de la introducción de un protocolo de excepciones generalizadas», tal como han anunciado fuentes gubernamentales.

La «Nota» presentada este jueves vuelve a cuestionar las técnicas de reproducción asistida: «Los hijos tienen derecho a venir al mundo como fruto de la relación fecunda de sus padres, sin que ésta sea suplantada por ninguna técnica productiva e impersonal» y las considera como el origen de una serie de injusticias que se derivan de ella.

La CEE considera que sólo en la reproducción natural «se salvaguarda adecuadamente el carácter personal de relaciones humanas tan fundamentales como son las vinculaciones familiares de paternidad-maternidad, filiación y fraternidad».

Salvado este principio, el Comité Ejecutivo manifiesta su preocupación por las nuevas reformas de la Ley de Reproducción de 1998 y la Reforma de noviembre de 2003 y apelando a «evidentes razones de humanidad» reitera que «el embrión humano merece el respeto debido a la persona humana».

«No es una cosa ni un mero agregado de células vivas, sino el primer estadio de la existencia de un ser humano. Todos hemos sido también embriones. Por tanto, no es lícito quitarles la vida ni hacer nada con ellos que no sea en su propio beneficio», añaden los obispos.

La CEE condena la descongelación de embriones con fines terapéuticos. Como afirmó Camino durante la rueda de prensa «los cadáveres se pueden utilizar para la investigación, pero no se puede matar para tener cadáveres».

La «Nota» califica como «ficción lingüística» el término «preembriones», con el que se quiere «sugerir que en los catorce días posteriores a la fecundación no existiría más que una realidad prehumana que no merecería el respeto debido a los seres humanos».

Para el Comité Ejecutivo de la CEE «la ciencia y la medicina que permiten eliminar seres humanos, aunque éstos no tengan más que unos días de edad, se convierten en actividades inmorales y antisociales».

«Ni las promesas de curación –hoy por hoy, meras promesas muy lejanas de la realidad, pues no existe ninguna terapia basada en células madre embrionarias– ni tampoco los logros hipotéticos futuros pueden hacernos olvidar el respeto a la dignidad inviolable de todo ser humano», afirman.

Aunque la «Nota» reconoce que «la legislación española actual cierra el paso» a la amenaza de la «llamada clonación terapéutica», el Comité Ejecutivo cree que ésta «es una de las amenazantes posibilidades que se siguen de la práctica injusta de la producción de seres humanos en los laboratorios».

En este sentido se afirma que «son inquietantes algunas declaraciones a este respecto de personas del mundo de la ciencia y de la responsabilidad política».

«Se dice que no se trata de producir niños clónicos, sino tan sólo embriones para ser utilizados en la supuesta curación de determinadas enfermedades. Sin embargo, es necesario advertir que esos embriones, aunque no se les permita desarrollarse y llegar a ser niños nacidos, son ya seres humanos que no pueden ser sacrificados bajo ningún pretexto», añaden los prelados.

«Si se abre el camino a la mal llamada clonación terapéutica, se habrá dado sin duda un paso decisivo y preocupante hacia la clonación reproductiva. Si, en fin, no existe ninguna aplicación terapéutica de las células madre embrionarias, menos aún de las que procedan de embriones clónicos. Lo que algunos desean, ante todo, es experimentar con seres humanos clónicos. Ésa es la triste realidad», continúa la «Nota».

A la pregunta de una periodista que transmitía la inquietud de los padres que tienen puesta en estas técnicas esperanzas de curación para sus hijos enfermos, el padre Camino respondió en la presentación de la «Nota» que «se comprende la angustia y el drama de los padres con hijos enfermos pero también la necesidad de mantener los principios fundamentales de la vida de los seres humanos».

El secretario de la CEE añadió que «más responsables que los padres son los medios jurídicos, científicos y políticos que les hacen creer que aquí no pasa nada, que se trata de un avance de la ciencia y no pasa nada».

Camino cree que si las madres que sienten una responsabilidad moral por la curación de sus hijos enfermos se les explicara que «para llegar a dar a luz a un hijo donante (sin entrar a discutir ahora la FIV), habría que sacrificar otros 15 hijos (aunque fuera uno sólo) y se les dijera que son hijos, seres humanos y no un cúmulo de células, yo creo que se plantearían su problema moral de otra manera».

Finalmente, el Comité dice que «es necesario no dejarse engañar por ilusiones ni cegar por determinados intereses» y buscar «juntos el verdadero progreso, que no se consigue nunca a costa del sagrado derecho a la vida y a las condiciones familiares adecuadas de su gestación y de su acogida.

Aunque hay «otros aspectos que están en la opinión pública» (a los que el Secretario de la CEE se refirió brevemente en la rueda de prensa), Camino justificó esta «Nota», diciendo que «ésta es la más urgente» teniendo en cuenta que el Gobierno ya ha anunciado una nueva reforma de la Ley de Reproducción de 1988, y una revisión inmediata y práctica de la reforma de esa misma ley planteada en noviembre del año pasado.

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ZENIT Staff

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