Este gesto, afirmó el Papa en un discurso en ruso pronunciado ante Rimmer y la delegación de la ciudad que le acompañaba, «quiere testimoniar los sentimientos de recíproca atención y de intensas relaciones que San Petersburgo y la Sede Apostólica han mantenido a través de los tres siglos de la fundación de la ciudad».
San Petersburgo, ciudad natal del presidente Valdimir Putin, celebró a finales de mayo del año pasado su tercer centenario de fundación con unas celebraciones que culminaron con una reunión de más de 40 jefes de estado y de gobierno.
«En San Petersburgo, puerta que introduce al gran país de la Federación Rusa, todo habla del fecundo diálogo cultural, espiritual, artístico y humano entre Europa Occidental y Europa del Este», reconoció el Papa al recibir a sus huéspedes rusos.
«Formulo el deseo de que esta actitud constructiva de apertura siga ejerciendo su influencia positiva en beneficio de la comprensión recíproca entre gentes de tradiciones humanas, religiosas y espirituales diversas», concluyó.