LAHORE, miércoles, 19 mayo 2004 (ZENIT.org).- Perseguir legalmente a los responsables del homicidio y orar por todas las víctimas del fanatismo y de la intolerancia son los compromisos que ha adoptado la Iglesia en Pakistán tras la muerte del joven católico Javed Anjum a manos de fundamentalistas islámicos por no haber querido renegar de su fe.
«Estamos muy tristes, pero tenemos una gran fe. La comunidad está conmovida y edificada por el ejemplo de Javed», declaró a «Fides» monseñor Joseph Coutts, obispo de Faisalabad.
A través de la Comisión Justicia y Paz del Episcopado pakistaní «ofreceremos todo el apoyo necesario a la familla de Javed en las acciones legales contra los responsables del crimen --añadió--. Se ha cometido un homicidio y debe ser perseguido con todos los medios de la justicia ordinaria, según la ley».
El prelado confirmó que «la policía ha arrestado ya a uno de los sospechosos autores del crimen, un religioso musulmán». Se trata de Ghulam Rasoo, maestro en la escuela Jamia Hassan Bin Almurtaza, en el poblado de Tarandi, cerca de Toba Tek Sing, donde fue torturado Javed Anjum durante cinco días.
Mientras, la campaña de sensibilización y de oración continúa, explica monseñor Coutts; y es que «Pakistán, y de modo especial nuestra diócesis de Faisalabad, se ha visto afectada en los últimos años por graves episodios de intolerancia y fanatismo religiosos».
Por ello «la comunidad reza por sus mártires» y «estamos preparando para principios de junio un vigilia de oración para recordar a todas las personas que han muerto a causa de sus fe. El año pasado fue un sacerdote, el padre George Ibrahim, quien fue asesinado» (Cf. Zenit, 28 de julio de 2003).
A la Iglesia en Pakistán se han unido numerosas organizaciones no gubernamentales de todo el mundo que denuncian el sufrimiento de los cristianos en los países islámicos y los episodios de intolerancia anti-cristiana que se repiten a nivel mundial.
Javed, estudiante de 19 años de Quetta, se detuvo a beber agua el pasado 17 de abril en Toba Tek Singh, a 310 kilómetros al sur de Islamabad. Un maestro y algunos estudiantes de la Jamia Hassan bin Almurtaza Madrasa, una escuela religiosa islámica cercana, le capturaron.
El joven católico fue torturado durante cinco días para lograr su conversión al Islam, hasta que sus condiciones fueron tan graves que sus propios torturadores le trasladaron a una comisaría de policía. Denunciaron entonces que Javed Anjum había intentado robarles.
El joven permaneció en custodia de la policía hasta el 24 de abril, cuando algunos médicos por fin le atendieron. Pero era demasiado tarde, según la investigación de la Comisión episcopal.
El joven murió el 2 de mayo en un hospital de Faisalabad por «fallo renal». Los días anteriores, los médicos le habían diagnosticado también la fractura de algunas costillas y la pérdida de la vista. Presentaba 26 heridas en todo el cuerpo, según pudo constatar el obispo Coutts.
El 3 de mayo monseñor Coutts celebró los funerales. «Tenemos un nuevo mártir. Aunque estamos realmente tristes, la gran fe de Javed y su sangre, como la de todos los mártires, nos hará más fuertes», dijo entonces el prelado en la celebración en la iglesia del Sagrado Corazón en Gojra.
«Pedimos a las autoridades civiles que se haga justicia: perseguir a los responsables es un acto de deber hacia la familia de Javed y todos nosotros», añadió en su homilía ante una multitud conmovida.
«Antes de perder el conocimiento –relató el obispo de Faisalabad--, Jarved dijo que sus torturadores habían intentado obligarle a recitar el “kalma”, el credo musulmán. Su recitación es suficiente para convertir a alguien oficialmente en musulmán. Pero él no quiso. Murió como un auténtico cristiano».
De los 143 millones de habitantes de Pakistán, el 75% son musulmanes suníes, el 20% son chiíes. Los cristianos representan el 2%. Los católicos suman 1,2 millones.
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May 19, 2004 00:00