CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 1 septiembre 2004 (ZENIT.org).- La «Acción Católica» (AC) vivirá el próximo domingo una jornada especial cuando Juan Pablo II proclame beata en Loreto (Italia) a una joven italiana laica miembro de esta organización, Pina Suriano (1915-1950), quien «vivió cada ocasión de la vida cotidiana para dar gloria a Dios».
Así recuerda la «Acción Católica Italiana» (ACI) a la futura beata, de origen siciliano, para quien «dar todo significó vivir una espiritualidad hecha de oración y sacrificio».
«Las circunstancias le impidieron seguir su vocación» contemplativa a la que se sentía llamada, y eligió «consagrarse todos los días en el servicio a los pobres y a la asociación, viviendo su propia enfermedad como un ofrecimiento», añade la ACI.
Primera hija del joven matrimonio formado por Giuseppe y Graziella Costantino, Giuseppina Suriano nació el 18 de febrero de 1915 en Partinico, centro agrícola de la provincia italiana de Palermo –archidiócesis de Monreale–. Se la llamaba por su diminutivo, Pina.
En 1922 recibió los sacramentos de la penitencia, Eucaristía y Confirmación, y también ingresó en la AC, primero como «benjamina», después pasó a ser aspirante y finalmente joven de la AC.
A los doce años Pina empezó a participar en la vida parroquial y diocesana, tomando parte activa en las iniciativas de AC, sobre todo en las que se dirigían a afrontar los problemas locales, relata la biografía difundida por la Santa Sede. El centro de las actividades de Pina fue la parroquia, donde con total disponibilidad cooperaba con el párroco.
En 1938 Pina fue designada delegada de las sesiones de los miembros más pequeños de la AC y entre 1939 y 1948 fue secretaria de la AC. A petición de las jóvenes de la organización, fue nombrada presidenta de las mismas entre 1945 y 1948.
En su biografía, la Santa Sede incide en la participación de Pina en AC porque «los intereses que ella cultivó y las aspiraciones y los actos religiosos de su vida surgieron precisamente de su compenetración con el hecho de ser miembro» de la asociación.
Con el paso de los años, Pina «se transformará en una experta en la vida y mensaje de Jesús, en la misión de la Iglesia y en la vocación de los hombres a la santidad.
Puso como fundamento de su apostolado la oración, el sacrificio, la misa, la comunión y la meditación diaria, el estudio de la Palabra de Dios y la adhesión al magisterio de la Iglesia, añade la biografía.
Pina tuvo que sufrir la oposición de su madre a su participación en actividades de AC y a sus visitas a la iglesia y prácticas religiosas, pues ésta temía que su hija, muy bella, no contrajera el matrimonio, que más de un joven le propuso.
El voto de castidad que hizo Pina el 29 de abril de 1932 en la capilla de las Hijas de la Misericordia y de la Cruz, sede social de la juventud femenina de AC, demostró que su compromiso religioso surgía de una opción de vida.
De hecho, la futura beata intentó varias veces entrar en la vida religiosa, pero se encontró con dificultades insuperables. Entonces dio al Señor la última prueba de amor y el 30 de mayo de 1948, junto a otras tres compañeras, se ofreció como víctima por la santidad de los sacerdotes.
Pasado poco más de un año de aquel día, una forma de artritis reumatoide obligó a Pina con frecuencia a guardar cama, incapaz de moverse. «Su vida se convirtió entonces en una oración continua –subraya la AC italiana al recordarla–, una oblación agradable a Dios».
«Hasta el último momento siguió dando un ejemplo sublime de perfección, feliz de que su ofrenda como víctima por la santidad de los sacerdotes estaba siendo aceptada», destaca por su parte la Santa Sede al recordar su vida.
La joven murió repentinamente de un infarto el 19 de mayo de 1950. Tenía 35 años.
Su servicio a Dios y a la Iglesia «con fervor y asiduidad» como laica, su particular empeño en la formación de niñas y jóvenes en AC y su ofrecimiento como víctima para la santificación de los sacerdotes fueron los rasgos que recalcó el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal José Martins, cuando el pasado 22 de junio leyó ante el Papa el decreto que abrió las puertas a la beatificación de Pina.
Junto a ella, el próximo 5 de septiembre Juan Pablo II beatificará a otras dos destacadas figuras de AC: el joven ingeniero y político italiano Alberto Marvelli y sacerdote español Pere Tarrés i Claret.