ROMA, 17 septiembre 2004 (ZENIT.org).
- El diálogo entre fe y razón, como recordó hace seis años la Encíclica de Juan Pablo II «Fides et ratio», es posible y necesita ser formentado.
Para promoverlo, el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum ha creado el Máster en «Ciencia y Fe».
Su director, el padre Rafael Pascual, profesor de Filosofía de la Naturaleza y de la Ciencia, explica en esta entrevista concedida a Zenit que es posible lograr una «relación armónica entre el hombre de ciencia y el hombre de fe».
--¿Cuál es el estado de salud en el diálogo entre el mundo de la fe y el de la razón? ¿Qué propone al respecto?
--Rafael Pascual: Pienso que es necesario superar los lugares comunes, y que ahora es el momento de restablecer el diálogo deseado por la Encíclica «Fides et ratio» entre el mundo de la razón y el de la fe. Así como la Iglesia no tiene miedo de la ciencia y de sus desarrollos, tampoco la ciencia debe tener miedo de la Iglesia.
El diálogo no quiere decir «absorción», sino respeto recíproco de la diversidad. Ya en el Concilio Vaticano I se habló de dos órdenes de conocimiento: el de la razón y el de la fe, los cuales son distintos, pero como bien recuerda la Encíclica «Fides et ratio», no están «separados», por lo cual el diálogo es posible. Hay muchos puntos de encuentro y cuestiones de límite. Ninguno de los dos puede pretender explicar todo, cada uno de los dos tiene algo específico que decir sobre el mundo, sobre el hombre y sobre Dios.
--En uno de los primeros encuentros públicos del Máster que usted dirige el tema anunciado será precisamente «científicos y creyentes». ¿Por qué?
--Rafael Pascual: La idea es hacer ver, más con los hechos que con las especulaciones, que se puede tener una relación armónica entre el hombre de ciencia y el hombre de fe. De hecho, ha habido muchos hombres que no han tenido dificultad alguna en compaginar ambas dimensiones, sin caer en una especie de esquizofrenia mental.
No es verdad que la ciencia sea incompatible con la fe. No es cierto que exista una incoherencia en el hecho de que un hombre se ocupe de la ciencia durante la semana y después vaya a Misa el domingo.
De nuevo, la clave se encuentra en reconocer que hay dos órdenes de conocimiento y que ninguno de los dos debe pretender la exclusividad.
Con este curso «científicos y creyentes» deseamos mostrar que el diálogo entre ciencia y fe no es sólo una cuestión teórica, sino que es verdaderamente posible y que han existido, y existen aún, muchos hombres y mujeres que no tienen ningún problema en vivir su vocación científica y su vida de fe en plena armonía y sin fracturas de ningún tipo.
Cuando se mira de cerca la vida de un científico como Galileo, que ha revolucionado la física de su tiempo y que vivía con la espontaneidad y clarividencia de su fe, se constata la posibilidad concreta de poder conciliar estos dos órdenes de conocimiento para evirtar una dicotomía epistemológica que no es buena ni para el creyente ni para el científico.
Una visión evolucionista banalizada y lineal ya forma parte del pensamiento común. En realidad, acreditados científicos, también no creyentes, sostienen que tal teoría muestra muchas deficiencias y es con certeza diferente de como ha sido difundida.
--Usted tiene un curso específico sobre la teoría evolucionista y la doctrina de la Iglesia. ¿Podría explicar en síntesis cuál es el punto de vista de la Iglesia y en qué difiere de la teoría evolucionista darwiniana?
--Rafael Pascual: Toda difusión o divulgación científica, también a nivel educativo, corre el riesgo de simplificaciones y banalizaciones.
Sin duda la teoría de la evolución, si es, como pienso, una teoría científica, tendrá sus límites y sus aspectos que mejorar, como ocurre con todas las teorías científicas.
Respecto al punto de vista de la Iglesia frente a la teoría de la evolución, está claro que deja a la ciencia la cuestión de su validez, pero al mismo tiempo, desde el punto de vista de la fe, está implicada, porque tiene aspectos significativos respecto a la concepción del hombre y del mundo.
Ante determinadas cuestiones, la ciencia puede llegar hasta cierto punto, pero no puede ir más allá, y es necesario que los hombres de ciencia sean honestos para reconocer sus propios límites, derivados, por ejemplo, del método experimental. Es evidente que la ciencia no puede decir nada respecto a lo que no es empíricamente experimentable, y si dice algo, no puede más que hacerlo de forma incompetente, porque se ha salido de sus propios límites.
La doctrina de la Iglesia dice que de partida la teoría de la evolución no estaría en oposición con la verdad de la Creación, a menos que fuera presentada desde una perspectiva materialista y anti-finalista (y ambas posturas no son científicas, sino más bien filosóficas, y se deben tratar en esa sede).
Por otro lado, existen «puntos firmes» que hay que tener presentes, sobre todo cuando se contempla la cuestión del origen del hombre: su alma es creada inmediatamente por Dios (no puede surgir de la materia porque es espiritual), y el hombre, estando hecho a imagen y semejanza de Dios, está llamado a la vida eterna, y tiene una dignidad que debe ser respetada.
--Un Máster en Ciencia y Fe suscita mil preguntas: ¿a quién se dirige?
¿Cuáles son los temas en que ustedes profundizan y desarrollan? ¿Qué tipo de formación ofrecen? ¿Cuáles los temas que afrontarán en las conferencias públicas?
--Rafael Pascual: El Máster se dirige a todos aquellos que quieran emprender este diálogo entre la ciencia y la fe, tanto por parte de los científicos, los profesores de ciencias, los periodistas científicos y figuras similares, como por parte de los eclesiásticos, filósofos y teólogos, profesores de religión, catequistas y agentes de pastoral.
Los temas en que profundizamos, como se puede ver en el programa del Máster, son todos los que de un modo u otro tienen que ver con este diálogo entre ciencia y fe.
Se tratan tanto las cuestiones generales (por ejemplo, las diferentes formas de ver la relación ciencia-fe, o el papel de mediación de la filosofía en este diálogo entre el orden de la razón y el de la fe), como las figuras más significativas en este diálogo (científicos y creyentes), algunos casos emblemáticos (como el «caso Galileo», o la teoría de la evolución), algunas «cuestiones de límite» (como la teoría del origen del universo y la Creación, o la cuestión de los milagros) .
Para favorecer este diálogo, se ofrecen además, por ejemplo, cursos del tipo «física para filósofos» o «biología para filósofos». Las conferencias tratarán sobre todos aquellos temas que nos permitan cubrir las cuestiones más significativas, guiados de la mano de expertos en los campos específicos, muchos de los cuales son punto de referencia y de orientación a nivel nacional e internacional.
De este modo el Máster, que ha abierto también una colección de publicaciones sobre estas temáticas, está ofreciendo su contribución original, según la invitación de la «Fides et ratio» y de otras intervenciones de Juan Pablo II, a este diálogo, siempre fructífero pero no siempre fácil, entre ciencia, filosofía y fe.
Más información en www.ateneo.org.
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