Un reportaje del servicio informativo internacional sobre el Festival de Cine de Venecia, en el que se ha proyectado el largometraje, reconoce que la decisión de Alejandro Amenábar de llevar a la gran pantalla la historia del tetraplégico gallego Ramón Sanpedro, es un «tema difícil y problemático».

«La interpretación de Javier Bardem es impactante y arranca las lágrimas --señala--. Pero, si bien se comparten los sufrimientos y dudas, es demasiado fácil atacar los diferentes puntos de vista».

El autor, reconoce el reportaje, «tritura con el melodrama la auténtica libertad de juicio, orientando la adhesión del público al único deseo de Ramón, morir», sigue explicando.

En este objetivo, sigue explicando, la película ridiculiza «la intervención y las palabras de un sacerdote, también él tetraplégico, metiéndole en los esquemas teóricos, siempre exigentes de la moral católica, olvidando que ésta pide ser vivida con fe y amor».